Pelosi lo lleva con paciencia
¿Por qué sonríe esta mujer?
Nancy Pelosi sonrió y aplaudió en el pleno de la Cámara la tarde del miércoles mientras el administrativo daba lectura al recuento de los votos que ponían fin formalmente a su presidencia legislativa.
Sonreía aun cuando 19 de sus correligionarios Demócratas, la décima parte de su representación, movilizaba su voto oponiéndose simbólicamente a que ella sea la nueva secretario de la oposición.
Para cuando entregaba el desproporcionado mazo a John Boehner, su emotivo sucesor como presidente de la Cámara, él lloraba con el caudal de un aspersor. Pero aun así Pelosi todavía sonreía.
Era la misma sonrisa de circunstancias sin alegría -- en realidad una mueca de comisuras elevadas -- que termina definiendo a Pelosi durante sus cuatro años al frente de la Cámara: una expresión destinada a denotar su cercanía y sinceridad y que con demasiada frecuencia trasladó todo lo contrario.
Pero existe una razón genuina para que Pelosi sonriera al pasar el mazo: vuelve a un puesto que se adapta mejor a ella.
Como presidenta de la Cámara, su trayectoria fue surtida. Tuvo grandes logros legislativos, sobre todo los dos últimos años, pero también precipitó a los integrantes de su formación por un barranco electoral, en parte porque obligó a los legisladores a depositar votos nocivos a favor de políticas que no tenían ninguna posibilidad de salir del Senado.
En sus cuatro años como secretario de la oposición, en contraste, la eficacia de Pelosi pocas veces fue cuestionada mientras tropezaba con la mayoría en su implacable oposición. "Si la gente te está partiendo la cara", decía antes de hacerse con la mayoría en 2006, "tienes que partirles la cara tú".
Ya había empezado a volver a sus costumbres de guerrera el miércoles, en su última comparecencia pública como presidenta de la Cámara antes de la ceremonia del traspaso de poderes. Notificó a la audiencia, un encuentro del Caucus Negro del Congreso, que tiene toda la intención de reclamar su título tras las elecciones de 2012. "Todos sabemos lo importante que es nuestro papel", decía, manos en las caderas. "Dentro de dos años, cuando nos volvamos a encontrar, las cosas serán diferentes. Las cosas serán diferentes. Y todos estamos completamente inmersos en una campaña por todos los estadounidenses".
Esta vez, la sonrisa en la cara de Pelosi parecía totalmente genuina.
Antes incluso de renunciar al mazo, estaba practicando sus ganchos como nueva secretario de la oposición. "Tendemos una mano, una mano abierta de amistad" a los Republicanos, decía a los presentes, mientras "no concedamos deducciones a los ricos ni traslademos el anteproyecto a nuestros nietos".
Incluso si Pelosi puede ser una secretario de la oposición natural, eso no significa que vaya a renunciar fácilmente a imponer la suya.
Se sigue refiriendo a sus líderes en la representación Demócrata como "mis presidentes", aunque ya no puedan ostentar ese título. En su comparecencia pública final antes de la ceremonia, Pelosi recordó a su audiencia: "Sí, sigo siendo presidente de la Cámara unos pocos -- un corto período de tiempo".
Poco después subía al estrado con motivo de la moción nominal al puesto. Como era de esperar, 241 Republicanos gritaron el nombre de Boehner. En las filas Demócratas, 173 gritaron el de Pelosi.
Pero otros 19 Demócratas dieron un nombre diferente -- una reprimenda insignificante pero muy sentida al liderazgo de Pelosi. A medida que se registraban los votos, Pelosi iba adoptando la sonrisa de circunstancias, añadiendo ocasionalmente un gesto de indiferencia con los hombros o un gesto despreciativo con la mano. Se ocupó de los dos nietos que estaban sentados en su regazo.
La despedida de Pelosi guarda cierto parecido con el discurso "18 millones de grietas en el techo de cristal" de Hillary Rodham Clinton al finalizar su campaña presidencial en 2008. Pelosi habló del "histórico honor de formar parte del legislativo en calidad de primera presidenta de la Cámara -- y ahora hay más puertas abiertas a todas las hijas y nietas de América".
Antes de pasar el mazo, ofrecía un repaso rápido de sus logros legislativos, sobre todo la reforma sanitaria. Los Republicanos reaccionaron con sonrisas y alguna carcajada. Pero tuvo palabras generosas para su sucesor -- "un caballero de convicciones, un empleado público de resolución, y un líder legislativo hábil" -- antes de entregarle el desproporcionado martillo, "más grande que la mayoría de los mazos pero el preferido del señor" - ella misma se cortó -"Presidente Boehner".
Boehner recuperaba la compostura lo suficiente para devolver su pañuelo empapado a su bolsillo y aceptar el mazo. Habría sido buen momento para que la presidenta derrotada abandonara la estancia y tal vez soltara algún berrinche. En lugar de eso, Pelosi ocupaba el escaño de secretario de la oposición en el pleno, levantaba la mirada al nuevo presidente y sonreía.