Comunicado fantasmagórico
El comunicado de ETA contiene lo esperado salvo para algunos mistificadores que, dijera lo que dijera, iban a presentarlo como “una oportunidad para la paz”. Ni la banda terrorista va a autodisolverse (porque se lo impide la entraña totalitaria y violenta de su ideología, que sería lo que previamente debería repudiar y no hay viso alguno de ello) ni Batasuna, en este estado de cosas -que es el de la unidad de objetivos y la dependencia de una historia de brutal violencia-, va a romper con ella.
Si no hay nada nuevo, sí se pueden subrayar dos cosas. La primera, que el comunicado mismo y la evidencia de la situación demuestran la eficacia de una consensuada política antiterrorista que combina los éxitos de las Fuerzas de Seguridad, la firmeza de los tribunales en la aplicación de la ley, la cooperación internacional y la acción del Estado de Derecho y de los partidos que lo sostienen. El final de ETA que se vislumbra es consecuencia de esa batalla y no de otras reflexiones (y menos arrepentimientos) de quienes buscan en todo momento estratagemas sostenidas en mentiras para subvertir la voluntad democrática y las leyes. La segunda es el terreno fantasmagórico en el que se sitúan ETA y los que no quieren romper con ella presentando su derrota -que hay que remachar definitivamente- como un éxito, su barbarie como un instrumento aceptable y el objetivo de un “proceso”, es decir, de una negociación como posible e inmediato. No están locos los terroristas, sino que esbozan la falsedad que consideran que, junto a la amenaza, puede mantener un entramado que sólo los ingenuos o los interesados pueden decir que va a terminar por si mismo.
Se trata, por tanto, de seguir por el mismo camino, el de un modo de llevar a cabo la política antiterrorista que, si se mantiene, podrá lograr la derrota definitiva. Ese es el fin de ETA, que es algo que no se “espera”, sino que se consigue con firmeza y perseverancia.
Germán Yanke