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Historias de mi vida liberal: por qué el liberalismo funciona en la realidad económica

Por qué el liberalismo funciona: es un libro de la economista Deirdre Nansen Mccloskey titulado” Cómo los verdaderos valores liberales crean un mundo más libre, igualitario y próspero para todos (Deusto), que releí en septiembre de 2022 y que me lo ha recordado el triunfo de Javier Milei en la Argentina y que defiende con fervor el profesor Jesús Huerta de Soto, amigo mío desde los años 70 en que nos encontramos en el Partido Liberal  con sus tendencias ácratas nacidas de la escuela austriaca de Hayeck Von Misses y Popper

Las personas nos enfrentamos a dos grandes amenazas, afirma en su libro Deirdre N. McCloskey, una de las economistas y pensadoras actuales más osadas e inteligentes: la tiranía y la pobreza. Ambas constriñen el florecimiento del ser humano, el desarrollo de su creatividad y de todo el potencial que ofrece la libertad. Son, además, las dos formas que utilizan los estados para limitar la autonomía de sus ciudadanos y ponerlos a su servicio.

Para vencer esas dos amenazas, y superar las fuerzas que, consciente o inadvertidamente, las impulsan, es el momento de retomar los valores liberales verdaderos, el corpus de ideas que, a partir del siglo xviii, permitió que los humanos se liberaran progresivamente de las tradicionales cadenas del atraso y el sometimiento. Poco a poco, gracias a esas ideas y a su aplicación en la tecnología, el gobierno y los negocios, se consiguió una prosperidad sin precedentes no solo en el ámbito económico, también en el científico y el cultural.

Con su característico sentido del humor, su vasta cultura y su profunda comprensión de los valores humanos, McCloskey desgrana la manera en que el liberalismo conduce a la verdadera igualdad, defiende que es una filosofía optimista que depende de la retórica y aborrece la coerción, y sostiene que no puede prosperar sin una base ética.

 

Los liberales modernos recomiendan ambas Reglas de Oro, es decir, la igualdad de oportunidades de Adam Smith. Los liberales modernos no son conservadores ni estatistas, son demócratas y los mercados son democráticos, detestan la coerción. El «nuevo liberalismo» era iliberal. Creando gobiernos muy grandes, deshonestos e incompetentes podemos y debemos liberalizar, reducir el tamaño del Estado, parar el proteccionismo y todo tipo de subvenciones. El problema real es la pobreza fruto de la tiranía, no la desigualdad «capitalista. El liberalismo humano es ético.  La libertad y la dignidad explican el mundo moderno. China muestra lo que puede hacer el liberalismo económico, aunque le falte la libertad individual. La mejora comercialmente probada salva a los pobres. Producir y consumir mucho no es poco ético. La idea liberal, en resumen, creó el mundo moderno.

La igualdad de resultados obligatoria es injusta e inhumana. Piketty, esta equivocado con errores graves en sus planteamientos. Europa debería resistirse a las políticas igualitarias, el pesimismo sobre las sociedades de mercado no está justificado científicamente, En una sociedad liberal los ricos no se hacen ricos a expensasde los demás, La desigualdad no es poco ética si tiene lugar en una sociedad libre, la redistribución no funciona. Occidente no está en decadencia, La retórica del fracaso es peligrosa, La palabra capitalismo es un error científico y el marxismo no ees el camino a seguir. Aunque la izquierda, algunos escuchan, pero, no están dispuestos a imaginar alternativas liberales. No fue a través del imperialismo como se enriqueció Occidente.

El salario mínimo (SIM) se diseñó para perjudicar a la gente pobre ya las mujeres, El desempleo juvenil es aterrador, y procede de la regulación, Preocúpate por el medioambiente, pero con prudencia. El iliberalismo, en resumen, es ajeno a los hechos y carece mayormente de ética.

 Manuel Conthe, en 2020 publicó unos comentarios a estas tesis. Cuando en 1628 la guerra entre España y Francia para imponer a su sucesor preferido al frente del ducado de Mantua -territorio fronterizo entre el Milanesado español y la república libre de Venecia- dejó yermos muchos campos y encareció el trigo, se produjo en Milán un tumulto popular que el noble local Alejandro Manzoni describiría justo dos siglos después en el capítulo 12 de su célebre novela "Los novios" (I promessi sposi).

El gran hacendista italiano Luigi Einaudi recomendaba su lectura a ministros, comisarios y prefectos, pues Manzoni, un liberal con formación económica, narra los efectos perversos del control del precio del pan que impuso el subgobernador (canciller) español Antonio Ferrer para hacer frente a su carestía: el desabastecimiento aumentó -al cesar los suministros exteriores de trigo a Milán- y las turbas, creyendo que "había trigo suficiente" y que la culpa la tenían "los acaparadores de trigo, reales o imaginarios, a los propietarios de tierra que no lo vendían todo en un día, a los tahoneros que lo compraban", saquearon los hornos para exigir pan al precio tasado. "La destrucción de las cribas y las artesas, la devastación de los hornos y el desbarajuste de los panaderos no son los medios más expeditos para hacer vivir el pan; pero ésta es una de esas sutilezas metafísicas que a una multitud no se le alcanzan", escribió Manzoni. La gravedad de ese "tumulto de San Martín" fue tal que el propio Antonio Ferrer, fingiendo ante la multitud encolerizada que se lo llevaba detenido para entregarlo a la Justicia, tuvo que rescatar de su casa asediada, para que no fuera linchado, al responsable de abastos de la ciudad ("vicario de provisión").

El episodio histórico descrito por Manzoni lo cita la economista americana liberal Deirdre McCloskey en su libro "Por qué el liberalismo funciona" (Deusto, 2020), en el que hace una encendida defensa del "sistema de libertad natural" que defendió Adam Smith y sostiene que las intervenciones públicas (entre ellas, las restricciones urbanísticas, la prohibición de las drogas, o los salarios mínimos) no suelen favorecer a los pobres, sino a los ricos. Hay mucho que aprender en Podemos o en Yolanda Diez que en vez de sumar restan. Sus políticas económicas iliberales han llevado a la ruina a las  URSS, a Cuba o a Venezuela como ejemplos del fracaso económico demostrable en la práctica. Alberto Mingardi del Istituto italiano IBL , lo mencionó en su newsletter semanal, Enhorabuena.

La Escuela austriaca ha inspirado a Javier Milei en la Argentina, con el consiguiente éxito en la realidad diaria, “Considero al Estado como un enemigo”, es una frase del presidente electo de Argentina, Javier Milei, que condensa en seis palabras su pensamiento económico.

 

Autodefinido como libertario, Milei ganó un domingo de noviembre de 2023 las elecciones prometiendo recortar drásticamente el gasto público, desregular la economía, privatizar las empresas públicas, cerrar el Banco Central, reducir los impuestos, terminar con las indemnizaciones laborales por despido y, en definitiva, borrar los cimientos del sistema económico argentino. Todas medidas radicales que implican un giro de 180 grados en la política y la economía de un país en crisis.

 

La dolarización total de la economía, una de las propuestas que ha causado mayor interés y controversia dentro y fuera del país, se convirtió en emblema de un economista que se presenta como un “anarquista de mercado” que aborrece el devaluado peso argentino. “No puede valer ni excremento”, gritó a los cuatro vientos, refiriéndose a la moneda argentina. Asi hoy ha mejorado la economía Argentina con una aplicación real del liberalismo. Las medidas económicas impulsadas por el Ejecutivo de Javier Milei siguen surtiendo efecto en Argentina, y el impacto ya no se limita a los indicadores financieros o las estimaciones técnicas: el cambio comienza a sentirse con fuerza en la vida diaria de los argentinos. Un renovado dinamismo en sectores clave como el inmobiliario y el automotor refleja un viraje económico que apunta a consolidarse durante 2025, impulsado por la estabilización de precios, el retorno del crédito y una significativa mejora del poder adquisitivo.

En Resumen. Y aunque me repita en algunos conceptos: Por qué el liberalismo funciona: Cómo los verdaderos valores liberales crean un mundo más libre, igualitario y próspero para todos (Deusto) de la economista Deirdre Nansen McCloskey, que releí en septiembre de 2022, ha vuelto a mi memoria tras la victoria electoral de Javier Milei en Argentina. Su mensaje —fervientemente defendido por el profesor Jesús Huerta de Soto, amigo mío desde nuestros tiempos en el Partido Liberal en los años 70 como ya he menionado— cobra nueva vigencia. Compartimos entonces una visión inspirada por la Escuela Austriaca de Hayek, von Mises y Popper: una corriente liberal con fuertes raíces éticas y una defensa intransigente de la libertad individual, que tiene en España una Asociación libertaria Austriaca que preside Miguel Ángel Alonso Cancino que acompañó a Huerta de Soto a Buenos Aires a recibir la medalla de Mayo de manos de Milei.

 

En su obra, McCloskey sostiene que la humanidad enfrenta dos amenazas principales: la tiranía y la pobreza. Ambas limitan el florecimiento humano, reprimen la creatividad y sofocan la libertad. Además, son las herramientas predilectas de los Estados para someter a sus ciudadanos y reducir su autonomía. Frente a ello, McCloskey propone una vuelta a los valores liberales clásicos —las ideas que, desde el siglo XVIII, permitieron superar el atraso y el sometimiento, abriendo paso a una prosperidad sin precedentes en lo económico, científico y cultural.

 

Con su estilo ameno, su vasta cultura y su aguda comprensión de la naturaleza humana, McCloskey argumenta que el liberalismo promueve la verdadera igualdad: una igualdad de oportunidades, no de resultados. Rechaza la coerción y defiende una ética de la dignidad individual, el mérito y la cooperación voluntaria.

 

Para los liberales modernos —como McCloskey, Hayek o Huerta de Soto— los mercados son profundamente democráticos. Rechazan tanto el estatismo como el conservadurismo autoritario. Denuncian el "nuevo liberalismo" como una perversión iliberal que ha derivado en gobiernos gigantescos, ineficientes y corruptos. La solución no es más intervención, sino más libertad: reducir el tamaño del Estado, acabar con el proteccionismo y eliminar subvenciones injustificadas.

 

El liberalismo, bien entendido, no es una ideología fría ni egoísta. Es profundamente ético. No condena la desigualdad natural en una sociedad libre, siempre que ésta no sea producto de privilegios coercitivos. La verdadera amenaza no es la desigualdad, sino la pobreza causada por la tiranía. Occidente no está en decadencia: ha sido el liberalismo el que ha salvado a millones de personas de la miseria, como lo demuestra el crecimiento económico de China, aun sin libertad política.

 

McCloskey también refuta con rigor a autores como Thomas Piketty, cuya defensa de la igualdad de resultados ignora las dinámicas reales de las sociedades libres. Obligar a todos a ser iguales, señala, es injusto, inhumano e ineficaz. La redistribución forzada no elimina la pobreza y, en muchos casos, la perpetua.

 

En su defensa del liberalismo, McCloskey rescata incluso ejemplos históricos. Cita un pasaje de Los novios de Alessandro Manzoni, quien narró las consecuencias nefastas del control de precios del pan en Milán en 1628. El encarecimiento del trigo provocó saqueos, desabastecimiento y violencia, todo agravado por una intervención estatal mal concebida. Este episodio, analizado también por el economista Luigi Einaudi, ilustra cómo las políticas bienintencionadas pueden terminar perjudicando gravemente a los más vulnerables.

 

De forma similar, hoy vemos cómo ciertas políticas intervencionistas, defendidas por figuras como Yolanda Díaz o partidos como Podemos, han fracasado rotundamente en la práctica. Los ejemplos son claros: la ruina económica de la URSS, Cuba y Venezuela. Mientras tanto, países que han apostado por una liberalización valiente —como Argentina bajo el liderazgo de Javier Milei— comienzan a ver resultados tangibles.

 

Milei, autodefinido como "anarcocapitalista" o “libertario”, ganó las elecciones de noviembre de 2023 con un programa radical: recortar el gasto público, eliminar el Banco Central, liberalizar el mercado laboral, privatizar empresas estatales y avanzar hacia la dolarización. Estas medidas, inicialmente controvertidas, ya han comenzado a estabilizar la economía argentina. La inflación se modera, el crédito regresa, el consumo repunta y sectores clave como el automotor y el inmobiliario muestran signos de recuperación.

 

La experiencia argentina demuestra que aplicar con coherencia los principios del liberalismo puede transformar una economía estancada y mejorar la vida cotidiana de millones. Frente a la retórica del fracaso que hoy domina el discurso público en Europa, McCloskey ofrece una alternativa basada en hechos, libertad y dignidad humana.

 

En definitiva, el liberalismo no solo funciona: es el motor del progreso moderno. Fue la idea liberal —no el imperialismo, ni el socialismo— la que creó el mundo próspero en que vivimos hoy. Vale la pena recordarlo.