No deja de ser curioso, y significativo, que el mejor candidato que podía presentar el PSOE haya cosechado el peor resultado electoral de su historia reciente. Cualquier otro, sin embargo, lo habría cosechado peor, pues la conjunción de factores que ha propiciado esa debacle socialista no permitía considerar un mejor resultado: la inepcia del gobierno ante los primeros arreones de la crisis económica, la propia crisis y su estela de empobrecimiento y paro, las traiciones del PSOE a su electorado de izquierdas, el hartazgo del bipartidismo, la brutal campaña mediática contra Zapatero, la lluvia, y que lo mismo la gente se piensa que porque el PP se lleve bien con los ricos, les va a convencer para que no se lo gasten todo en sus cosas y destinen algo a crear empleo.
Izquierdas hay muchas, de ahí la fragmentación de su voto, y derecha, en cambio, hay una sola, de ahí el cierre de filas sin fisuras en torno a Rajoy, al que, por cierto, habrá que felicitar por el logro de lo que llevaba tanto tiempo persiguiendo. Sea como fuere, el mapa de España queda monocromo, demasiado azul, y no tanto por lo que el PP gana, que es mucho, como por lo que el PSOE pierde, que es muchísimo. Habrá tiempo de analizar con más perspicacia y rigor los resultados, pero eso de que CiU, que se está cargando la Sanidad pública, haya sido bastante más votado que la última vez, casi me niego a analizarlo.
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Rafael Torres