domingo, abril 28, 2024
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El peso de las encuestas

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Si Zapatero se aplicara para su enfermedad el mismo jarabe que, por ejemplo, intentó administrar a Tomás Gómez, ya se habría marchado. Pero Zapatero, como tantos otros, utiliza el viejo refrán castellano de “haz lo que yo digo, pero no hagas lo que yo hago”. Es decir, no predica con el ejemplo.

La última encuesta del CIS, que viene a confirmar los resultados de otros sondeos  de medios de comunicación privados, ponen al Presidente del Gobierno en una difícil situación. La diferencia de diez puntos con la que el PP aventaja al PSOE se antoja insalvable de aquí a un año, y ni siquiera la opción Rubalcaba evitaría la derrota, aunque sí la catástrofe socialista. Por ello, quienes dentro del partido tienen voz cualificada deberían apelar a la responsabilidad de su jefe de filas y volver a introducir en el debate político la necesidad de su recambio y, en todo caso, obligar a pronunciarse de una vez por todas. Todo lo que sea retrasar la decisión supondrá una nueva e irrecuperable pérdida de tiempo cuyos damnificados no son solo los militantes y votantes socialistas.

Más pronto que tarde Zapatero debería dedicar “un par de tardes”  a leer la letra pequeña de la encuesta del CIS en la que constataría que apenas hay buenas noticias, salvo la valoración de Rubalcaba. Aunque tal y como tiene las cosas en Moncloa y Ferraz, que el nombre que más suena sea el del vicepresidente es lo de menos. Los votantes y militantes tienen tantos deseos de que Zapatero abandone que cualquiera que quisiera ponerse al frente reuniría más apoyos que él.

Y haciendo abstracción de los malos datos que ofrece la encuesta para el PSOE, para el PP no resultan especialmente gratificantes. Bien parece que su subida se produce porque no hay más remedio y siempre como castigo a la gestión socialista.  El líder del PP, Mariano Rajoy, tampoco sale bien parado en cuanto a valoración, pero aunque no lo diga el CIS, no parece que sea tanto por sus deméritos sino por el esfuerzo que siguen haciendo algunos de sus compañeros para que no despegue completamente. En esa labor incesante, parecida a la “gota malaya”, Rajoy es víctima de la ultraderecha mediática televisiva y digital que sigue pululando alrededor de su partido y apoyando indisimuladamente a quien les concedió las licencias y los sufraga con publicidad institucional sin pudor ni estética. Los mismos que, a la menor ocasión, siembran de minas el camino de Rajoy o le disparan sin contemplaciones justificando sus acciones en el «fuego amigo»

Las encuestas, por tanto, pesan para ambos líderes.

Para Zapatero, que debería seguir sus propios consejos, y para Rajoy que debería quitar lastre de su, cada vez, más corto vuelo a La Moncloa.

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