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El atracador de Vallecas, un parado 'angustiado' que quiso llamar la atención

El atracador del bar de Vallecas, que este sábado retuvo como rehenes durante cuatro horas al dueño del establecimiento y a un empleado antes de entregarse, es un parado de unos cincuenta años que quería "llamar la atención" sobre su "situación de angustia personal".

Así lo han explicado en rueda de prensa los dos negociadores del Cuerpo Nacional de Policía que este sábado mediaron en este incidente hasta conseguir que el atracador, que no tenía antecedentes penales de ningún tipo, se rindiese y dejase libres a sus rehenes.

Los negociadores, que no han querido explicar cómo convencieron al atracador para que se entregase, han apuntado que sus peticiones se ciñeron a un coche de alta gama, un Porsche Cayenne con el depósito lleno, una sábana para cubrirse a la salida del bar, un chaleco antibalas, un casco y unos guantes de látex.

Una vez detenido, el atracador -que según la Policía no estaba bajo los efectos de las drogas o el alcohol pero sí admitió estar en tratamiento por depresión- sufrió un desvanecimiento y fue trasladado a un centro hospitalario para ser atendido.

Ahora se encuentra en el calabozo a la espera de que se le tome una declaración más detallada y que continúen las diligencias policiales.

Fuerte despliegue policial

El suceso comenzó antes de las siete de la tarde, cuando el supuesto atracador ha entrado en el Bar Tomás, situado en el número 8 de la calle del Puerto de Canencia y encañonó con una pistola -que resultó ser de fogueo- al dueño, al que empujó hacia el interior y retuvo junto a un amigo suyo que se encontraba también en el bar.

Los clientes que estaban en la terraza del bar avisaron a la Policía, que en pocos minutos montó un fuerte despliegue y ha acordonado la zona, mientras que equipos del SAMUR y del SUMMA se trasladaron también allí.

Los agentes del Grupo Especial de Operaciones de la Policía (GEO) llegaron a la zona cuando habían transcurrido casi tres horas desde el comienzo de este secuestro, y fueron los encargados de entrar en el local, aunque desde el inicio del suceso ya había negociadores de la Policía que, según fuentes de este cuerpo, fueron los que han logrado convencer al hombre para que se entregase y dejase marchar a sus rehenes.

Paqui, la mujer de Tomás, el dueño del bar, relató a la prensa que a punto estuvo su hijo de ser el tercer rehén, ya que quiso entrar poco después del atracador pero su padre le ha gritado que se fuera y el chico obedeció.

Tanto ella como su hija, que son las que habitualmente llevan este bar, sufrieron crisis de ansiedad y han tenido que ser atendidas por los servicios de emergencia.

La familia y numerosos vecinos e informadores permanecieron junto a la zona acordonada por la Policía durante toda la tarde hasta que por fin, minutos antes de las once de la noche, se vio entrar a agentes del GEO en el establecimiento.

Los primeros en abandonar el bar fueron Tomás, de 43 años y su amigo, que tiene 26, quienes según los servicios de emergencia se encuentran "en principio en buen estado", aunque fueron atendidos en el lugar por crisis de ansiedad y porque presentaban contusiones leves. Posteriormente fueron trasladados al hospital Gregorio Marañón para un análisis más profundo.


Estrella Digital/Agencias

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