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George Simion arrasa en la repetición electoral de Rumanía y se postula como favorito para la presidencia

El líder del partido nacionalista AUR obtiene un 40 % de los votos en unos comicios marcados por la injerencia extranjera, el descrédito institucional y la incertidumbre europea

George Simion, vicepresidente del ECR. Redes sociales
George Simion, vicepresidente del ECR. Redes sociales

George Simion, dirigente del partido ultranacionalista AUR, ha logrado este domingo una contundente victoria en la repetición de las elecciones presidenciales de Rumanía, con un 40 % del respaldo electoral, según datos oficiales con el 90 % escrutado. El resultado sitúa a Simion como gran favorito para hacerse con la jefatura del Estado en la segunda vuelta, prevista para el 18 de mayo.

El proceso ha sido seguido con atención desde Bruselas, ya que el ascenso de Simion podría suponer un giro radical en la política exterior de Rumanía, con implicaciones directas para la Unión Europea, la OTAN y el apoyo occidental a Ucrania.

Duelo por el segundo puesto

A mucha distancia del líder nacionalista, la pugna por el pase a la segunda vuelta está aún abierta. Crin Antonescu, candidato del oficialismo y representante de la coalición entre socialdemócratas, liberales y la minoría húngara, ha obtenido de momento un 21,1 %. Le sigue de cerca el independiente Nicusor Dan, actual alcalde de Bucarest, con un 19,5 %.

No obstante, estos porcentajes podrían alterarse una vez se contabilice el voto de la diáspora rumana, que tradicionalmente ha sido determinante y en este caso podría inclinar la balanza a favor de Dan.

Una repetición electoral bajo sospecha

La repetición de las elecciones no ha sido fruto del azar. El Tribunal Constitucional rumano anuló los resultados de noviembre de 2024 al detectar una injerencia rusa masiva a través de redes sociales, principalmente en favor de Calin Georgescu, entonces vencedor en primera vuelta y excluido ahora de la contienda por orden judicial.

Simion, que se ha proclamado "heredero político" de Georgescu, ha capitalizado el descontento de buena parte del electorado, con un mensaje abiertamente euroescéptico, nacionalista y hostil hacia las ayudas occidentales a Ucrania.

Un resultado que inquieta a Europa

La posibilidad de que Rumanía acabe presidida por un líder que pone en cuestión los compromisos internacionales del país ha disparado las alertas en Bruselas y en las principales capitales europeas. Tanto la UE como la OTAN observan con preocupación creciente el ascenso del populismo prorruso en un socio estratégico del este europeo.

Simion, a quien la prensa local vincula con discursos incendiarios y posturas radicales, ha centrado buena parte de su campaña en TikTok, en un estilo muy similar al de su mentor político. En la primera vuelta anulada, Georgescu obtuvo casi el 50 % del voto exterior, un apoyo que ahora ha recogido en gran parte Simion.

Participación por encima del 50 %

Pese al clima de tensión institucional, la participación ciudadana ha alcanzado un 53,2 %, apenas un punto más que en los comicios de noviembre. Destaca el elevado número de votos emitidos desde el extranjero: casi un millón de rumanos residentes fuera del país, especialmente en Europa y Estados Unidos, han acudido a las urnas.

La repetición electoral se celebró después de que el Tribunal Constitucional tomara la decisión de anular el anterior proceso apenas 48 horas antes de la segunda vuelta prevista, el pasado 6 de diciembre. La causa: la constatación de una interferencia extranjera orquestada a través de plataformas en internet, que desvirtuó el resultado legítimo de las elecciones.

Segunda vuelta el 18 de mayo

Con estos resultados, todo apunta a una segunda vuelta de alto voltaje el próximo 18 de mayo. El duelo definitivo enfrentará a Simion con el candidato que logre imponerse entre Antonescu y Dan, en una carrera que mantiene en vilo a la diplomacia europea y a buena parte de la opinión pública internacional.

Rumanía, miembro de pleno derecho de la Unión Europea desde 2007 y de la OTAN desde 2004, podría estar a las puertas de un cambio radical en su política interior y exterior, en plena guerra en Ucrania y con el flanco oriental de Europa como epicentro de una nueva tensión geopolítica.