Miguel Uribe Turbay: 8 días después del atentado, Colombia se aferra a la vida

La escena es profundamente humana: un hombre joven, político, padre, esposo, con una bala en la cabeza y aferrado a la vida. Y es que, según la ciencia, Miguel Uribe Turbay "debería estar muerto o en muerte cerebral", pero no lo está. Sigue vivo.
Así lo expresó el presidente de Colombia, Gustavo Petro, tras la visita del ministro de Defensa, Pedro Sánchez. "No se puede explicar por la ciencia. Colombia quiere que siga vivo, y eso parece bastar", dijo. Una frase poderosa, que mezcla fe, patria y política. Porque, en este caso, la medicina no lo es todo.
El Comunicado Médico No. 007, emitido el 13 de junio a las 6:45 a. m., confirma lo inverosímil: el senador permanece en la UCI, bajo monitoreo neurológico y hemodinámico continuo. La presión intracraneana ha disminuido levemente. Los valores de perfusión cerebral tienden a estabilizarse. El pronóstico, sin embargo, sigue siendo reservado y crítico.
Cronología de un ataque anunciado
El atentado ocurrió la tarde del 7 de junio de 2025, en una zona del norte de Bogotá. Uribe Turbay acababa de salir de una reunión privada cuando recibió dos disparos en la cabeza. La escena fue rápida, brutal, precisa. El autor material, un menor de 15 años, fue capturado en las inmediaciones del lugar.
¿Quién le dio el arma?
La Fiscalía ya ha confirmado la detención de un segundo implicado: Carlos Eduardo Mora González, mayor de edad, quien habría entregado el arma y la ropa de cambio al menor momentos antes del atentado. Las cámaras de seguridad y el rastreo telefónico fueron clave.
Pero lo más inquietante es el origen del arma: una Glock 9 mm comprada legalmente el 8 de junio de 2020 en Arizona (EE.UU.). ¿Cómo llegó a Colombia? Esa es una de las preguntas más espinosas para las autoridades. El arma ingresó al país sin control aduanero conocido y, hasta ahora, no se ha descartado un vínculo con redes de tráfico de armas internacionales.
Colombia en vilo: el país que no duerme
Desde el mismo momento del atentado, la reacción ciudadana ha sido masiva. En redes sociales, calles y plazas, miles de colombianos han expresado su solidaridad con la familia Uribe Turbay. Cartas, vigilias, misas, manifestaciones espontáneas. En un país golpeado por la polarización, este caso ha generado un raro sentimiento de unidad colectiva.
El Congreso de Colombia, donde Miguel Uribe tenía voz crítica y respetada, ha suspendido sesiones en señal de duelo político. Sus colegas de todos los partidos, incluidos opositores acérrimos, han firmado una declaración conjunta exigiendo protección para todos los líderes políticos del país.
¿Por qué Miguel Uribe?
La pregunta no es retórica. Miguel Uribe Turbay, nieto del expresidente Julio César Turbay y figura del centro-derecha reformista, ha sido una voz influyente en debates sobre justicia, corrupción y derechos ciudadanos. Fue precandidato a la alcaldía de Bogotá y, en las encuestas internas del Centro Democrático, era considerado uno de los perfiles presidenciables para 2026.
Su discurso era firme, pero moderado. Su estilo, técnico, pero cercano. ¿Molestaba? Tal vez. ¿Amenazaba estructuras de poder? Quizá. Y aunque aún no hay una línea clara sobre el móvil político del atentado, los analistas coinciden: no fue un ataque al azar.
El menor detenido: perfil y dudas
El autor material, de apenas 15 años, no tenía antecedentes. Proviene de un entorno familiar marcado por la precariedad y, según los informes preliminares, habría recibido una suma en efectivo por cometer el ataque. ¿Quién pagó? ¿Quién lo reclutó? ¿Quién lo instruyó para disparar dos veces a la cabeza?
La investigación apunta ahora a una posible red criminal con estructura profesional, que utilizó al menor como instrumento y al mayor como facilitador. El fiscal general ha solicitado colaboración internacional para rastrear el arma desde su punto de venta en Estados Unidos hasta su llegada a Colombia.
La pistola de Arizona: rastro internacional
La Glock calibre 9 mm, modelo 17, fue adquirida en Phoenix, Arizona, por un comprador cuya identidad ya ha sido verificada por el ATF estadounidense. No se trata de un arma robada. No es parte de un lote ilegal. Fue vendida con papeles en regla. Lo que desconcierta es su ruta hacia Sudamérica.
La hipótesis más sólida es que el arma fue trasladada vía marítima hasta un puerto intermedio (posiblemente en Panamá), y luego ingresó a Colombia a través de rutas del narcotráfico. El caso ya está siendo revisado por unidades de Homeland Security, en coordinación con la DIJIN y la Interpol.
Una nación expectante
Cada parte médico se sigue como si fuera el parte de guerra de un país herido. Los colombianos quieren saber si Uribe Turbay abrirá los ojos. Si hablará. Si caminará. Si podrá volver a ser el hombre que debatía sobre reforma judicial, medio ambiente y migración.
Sus hijos pequeños han sido vistos entrando al hospital con dibujos en la mano. Su esposa, en declaraciones breves pero firmes, ha dicho: “Miguel es fuerte. Está luchando. Y Colombia está luchando con él”.
Una historia que aún se escribe
Este no es un cierre, sino una pausa. Miguel Uribe Turbay sigue vivo. Contra todo pronóstico. La investigación avanza. El país observa. Y aunque la justicia aún no ha dado respuestas completas, la ciudadanía ha dado algo que en estos tiempos escasea: esperanza.
El siguiente parte médico podría cambiarlo todo. Pero por ahora, el silencio del hospital solo se rompe con una frase que se repite en todas partes:
"Vamos, Miguel. Colombia te espera."