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El Museo del Prado permite conocer la esencia de Sorolla, desde los paneles costumbristas a las escenas de playa

Todas las obras maestras del pintor Joaquín Sorolla ya están reunidas por primera vez en el Museo del Prado. Un total de 102 pinturas, entre las que se encuentran dieciséis obras que no habían sido vistas desde antes de la Guerra Civil, como informó José Luis Díez, uno de los comisarios de la muestra.

Los visitantes de la pinacoteca también disfrutarán desde el próximo 26 de mayo y hasta el 6 de septiembre de los catorce paneles que conforman Visión de España, que pintó el artista valenciano para decorar la biblioteca de la Hispanic Society of America. Obras como Castilla. La fiesta del pan (1913) o Sevilla. Los nazarenos (1914) se convierten en una completa visión costumbrista de la época. Además, al reunir los catorce paneles, plasmando distintas realidades geográficas, el visitante descubre desde Aragón. La jota (1914) hasta Galicia. La romería (1915), incluyendo el tema de la pesca (Ayamonte. La pesca del atún -1919- o Cataluña. El pescado -1915), tan desarrollado en otras obras de ambiente marinero.

De esta forma, los admiradores de la forma en que Sorolla plasma la luz en las playas valencianas, con los niños jugando o las barcas de los pescadores, no quedarán decepcionados al poder contemplar el primer éxito internacional de Sorolla: La vuelta de la pesca (1894), presentado en el Salón de París de 1895 y procedente del Musée d'Orsay de la capital francesa. Cosiendo la vela (1896), rescatada para la muestra de la Galleria Internazionale d'Arte Moderna di Ca'Pesaro de Venecia, confirmó ese éxito del valenciano.

Igual de impactante resultará Sol de la tarde (1903), obra que vuelve por primera vez a España para ser exhibida en esta exposición, desde que el propio artista la vendiera a Nueva York. Sin cuadros como éste, según afirmó Díez en la presentación de la exposición a los medios, no se podría hablar de muestra antológica. Como tampoco se podría hablar de antología sin otras obras como La bata rosa (1916) que el propio pintor consideraba "la obra más importante y de lo mejor que había hecho"o El baño del caballo (1909).

(1905), Chicos en la playa (1909) o Paseo a la orilla del mar (1909), éste con su mujer Clotilde y su hija mayor como protagonistas, son el reflejo de cómo el pintor va abandonando a principios de siglo el costumbrismo a la hora de pintar escenas de playa.

Denuncia social, retratos e influencia de Velázquez

Javier Barón, comisario también de la exposición Joaquín Sorolla (1863- 1923), destacó la importancia de obras como ¡Triste herencia! (1899), en la que a la luz y el paisaje se une la carga social que supone reflejar cómo un hermano de San Juan de Dios ayuda a unos niños tullidos y ciegos a bañarse en el mar.

No pasa desapercibida en la muestra la influencia que otro pintor español, Velázquez, ejerció sobre el artista valenciano. Muestra de ello son el cuadro Desnudo de mujer (1902) que recuerda a la Venus del espejo o el retrato Mis hijos (1904), en el que a través de la colocación de un lienzo en primer plano evoca a Las Meninas. A este cuadro Sorolla también hace referencia a través de otra familia retratada, con una puerta entreabierta al fondo del lienzo: La familia de Don Rafael Errázuriz Urmeneta (1905).

La serie de retratos de familiares o amigos, como el fotógrafo Christian Franzen en 1903 o el paisajista Aureliano de Beruete también son dignos de mención, al igual que los que dedicó a los Premios Nobel José Echegaray y Santiago Ramón y Cajal, de literatura y medicina respectivamente.

Estos lienzos completan junto a una sala dedicada a una selección de paisajes el recorrido cronológico por la obra de uno de los pintores españoles más reconocidos a nivel internacional.

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