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El Gato Montés es una ópera

En el Teatro de la Zarzuela se ha estrenado El Gato Montés, música y libreto del Maestro Penella. Escrito así les parecerá en principio que he contemplado un completo tópico con su sol andaluz, su famoso pasodoble, toros, toreros, bandidos y amores trágicos. Incluso la trayectoria de su creador especializado en composiciones de la llamada “revista” inducen a ello.

Bueno, pues no. Nos encontramos ante una obra estrenada en Febrero de 1917, por lo cual pertenece de pleno derecho al movimiento llamado el “Verismo” que tantas y tan magníficas óperas proporcionó. Realmente es una ópera sin que esto desmerezca el género de la zarzuela. En este sentido, aunque la temática pueda recordar a la “Carmen” de Bizet estrenada en 1875, el Gato Montés nos parece más cercano al ambiente rural descrito por Pietro Mascagni en “Cavallería Rusticana”, compuesta en los inicios del siglo XX.

Es ciertamente una obra de su tiempo. Una obra mayor al que su famoso y estupendo pasodoble ha oscurecido los magníficos pasajes y distintos leitmotivs que incluye la totalidad de la composición.

El Gato Montés necesita la labor de un “regista” que la comprenda y sepa trasladar estos conceptos a todo el elenco. En la magnífica producción que presenta el Teatro de la Zarzuela así ha ocurrido. En este aspecto resalta la figura del director de escena: José Carlos Plaza que en mi opinión ha realizado un estupendo trabajo.

Como ustedes ya saben el oficio de crítica no es precisamente mi labor favorita. En ningún caso. En este menos. Tengo la suerte de contar con la amistad y el cariño de José Carlos Plaza y todo lo que hace me parece maravilloso. Más sincera con ustedes no puedo ser. Otra cosa es descubrir ciertos aspectos de su personalidad o de sus circunstancias en cada puesta en escena. Si el Maestro Penella fue susceptible a su época al componer esta gran obra, José Carlos participa de la nuestra al destapar una enorme profundidad al contarla. En ella queda palpable el desencanto ante la situación que estamos viviendo y la rabia con la que piensa afrontar el futuro. Huyendo de cualquier artificio, sin engañarse ni engañarnos.

Ante este ejercicio de rigor, orquesta, coro, intérpretes se pusieron manos a la obra y así ha salido la producción total, que a unos les puede parecer excesivamente alejada del tópico.  Esta será la mejor señal de que se ha conseguido lo proyectado.

Desde donde sea, el Maestro Penella seguro que estará tan contento como yo.



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