Heath Ledger, sin rivales en la carrera al Oscar al mejor actor secundario
HEATH LEDGER: La escalada al mito de un juguete roto
Es, con permiso de Kate Winslet, el Oscar más cantado de la noche. El Joker juega, sin trampas, todas las cartas para ganar: una interpretación impactante en una producción que ha reventado las taquillas y, sobre todo, el halo maldito y ya legendario de un actor, Heath Ledger, en su trabajo postmortem.
El australiano, que falleció a los 28 años el 22 de enero de 2008 en Nueva York por una sobredosis accidental de fármacos, parece seguir la senda del mito a lo James Dean, de la muerte del rebelde sensible que no supo manejar su propio talento, el que ya le hizo finalista al Oscar también por Brokeback Mountain hace tres años.
Ledger devora la película El caballero oscuro con un personaje en el que Christopher Nolan deposita el magnetismo de su obra: una osada revisitación del villano que ya hizo Jack Nicholson pero con un lado más filosófico, más caótico, más destructor.
El actor creó para su penúltima película -dejó a medio rodar The Imaginarium of Doctor Parnassus, de Terry Gilliam- una interpretación que juega con el abismo del exceso pero que siempre está en su justa medida: en el escalofrío de un psicópata sumamente creíble y muy inteligente.
Ledger había comenzado a despuntar en su país, Australia, gracias a una equilibrada combinación de talento y atractivo físico. Pronto llamó la atención de Hollywood, donde sus primeros éxitos fueron El patriota (2000) y 10 razones para odiarte (1999), para luego protagonizar en solitario Destino de caballero (2001).
Coqueteó con el cine independiente en Monster's Ball (2001) y Ned Kelly (2003); salió poco airoso de la fallida superproducción Las cuatro plumas (2002) y finalmente llegó su año: 2005.
Tres personajes muy diferentes: Casanova, uno de Los hermanos Grimm y Ennis Del Mar en Brokeback Mountain, de Ang Lee, donde deslumbró por su sencillez a la hora de pasar de la cobardía a la fidelidad y de la crisis de identidad a la determinación en el papel de un vaquero homosexual.
Volvió a Australia para rodar una crónica del infierno de la drogadicción en Candy (2006) y fue uno de los seis actores elegidos por Todd Haynes para interpretar a Bob Dylan en I'm Not There (2007).
Y entonces, cuando su estrellato estaba preparado para consolidarse, sucedió la tragedia que consternó a Hollywood. El mito se verá con los años, pero el Oscar sería, además de oportuno, merecido. Un hito que compartiría con Peter Finch y que acariciaron otros muchos, como Massimo Troisi o Spencer Tracy.
De momento, el Globo de Oro, el BAFTA y un sinfín de premios de la crítica dejan pocas opciones a la duda.
JOSH BROLIN: Primera candidatura para un actor en alza
Con una interpretación tan brillante como polémica, la de George Bush en W., de Oliver Stone, los académicos de Hollywood han preferido, en cambio, incluir a Josh Brolin en la terna de candidatos al mejor actor secundario por su papel del supervisor Dan White en Mi nombre es Harvey Milk.
Brolin, que el año pasado protagonizó la película del año, No es país para viejos, sigue construyendo su carrera con títulos destacables como esta biografía de Harvey Milk en la que, de la mano de Gus Van Sant, ha sido capaz de destacar entre un elenco en el que, además de Sean Penn, figuran James Franco y Diego Luna.
Hijo del también actor James Brolin, pareja sentimental actual de Barbra Streisand, empezó en el mundo del espectáculo desde niño, donde apareció en títulos clásicos del cine infantil como Los Goonies (1985).
Al entrar en la edad adulta, la carrera de Josh no evolucionó según las expectativas, aunque esa situación daría la vuelta en los últimos dos años, en los que acumuló proyectos tan interesantes como Grindhouse, de Robert Rodríguez y Quentin Tarantino; En el valle de Elah, de Paul Haggis, y American Gangster, de Ridley Scott.
supone su primera candidatura al Oscar y le ha reportado reconocimiento por parte de la National Board of Review y la asociación de críticos de Nueva York, así como el premio, compartido con todo el reparto de la película, de la Broadcast Film Critics Association.
Con un físico moldeable pero siempre netamente estadounidense, Brolin, de 41 años, está casado con la también actriz Diane Lane y siempre ha reconocido su obsesión por el cine de John Cassavetes, en especial por Una mujer bajo la influencia (1974).
Entre sus próximos proyectos, figuran Jonah Hex, junto a John Malkovich, y el nuevo largometraje, todavía sin título, de Woody Allen.
ROBERT DOWNEY JR.: La comedia bufa se cuela en los Oscar
El antiguo "enfant terrible" de Hollywood ha realizado un trabajo tan destacable en una película tan gamberra como Tropic Thunder que los Oscar no han podido dejar de nominarle a pesar de las nulas pretensiones artísticas de la cinta.
Downey Jr., que ya optó al Oscar por Chaplin (1992), vuelve a acercarse a la estatuilla como un actor que interpreta a un actor, pero lejos de la tradición sublime de intérpretes como Gena Rowlands o Albert Finney, su trabajo consiste en ridiculizar la profesión.
Kirk Lazarus, el nombre de su personaje, es un intérprete australiano ganador de cinco Oscar y reconocido por su minucioso método de trabajo, hasta el punto de someterse a un tratamiento facial para caracterizarse como afroamericano.
dirigida por Ben Stiller, ha sido una de las comedias más taquilleras del año, y pese a que Tom Cruise también sonó para el Oscar, ha sido finamente Downey Jr. el que se ha llevado el gato al agua en un año en el que también rompió las taquillas con Iron Man.
Su talento nunca fue puesto en duda, pero los excesos vitales de este neoyorquino -consumo de drogas, penas de varios meses en la cárcel- han dificultado una carrera en la que, pese a todo, hay títulos notables como Restauración (1995), Jóvenes prodigiosos (2000), El detective cantante (2003) o Zodiac (2007), además de hacer una celebrado personaje secundario en la serie Ally McBeal.
Ahora, a sus 43 años y con la saga de Iron Man ya abierta a todo tipo de secuelas, Downey Jr. parece que consigue el estrellato definitivo y las compañías de seguros vuelven a confiar en él para cargarle con la responsabilidad de grandes proyectos.
Así, con Oscar o sin él, será el próximo Sherlock Holmes bajo la dirección de Guy Ritchie y con Jude Law como Watson y prestará su voz a la película de animación Master Mind.
MICHAEL SHANNON: Tabla de salvación de Revolutionary Road
A pesar de los clamores de Oscar que rodeaban a Revolutionary Road, la nueva película de Sam Mendes, sólo Michael Shannon ha colocado al filme en las categorías principales, a pesar de los redobles que sonaban para Kate Winslet -que sí es finalista, pero por El lector- y Leonardo DiCaprio.
Su personaje, John Givings, sobresale por ser el único que intenta romper con virulencia la anodina existencia del matrimonio protagonista y por él Shannon, actor estadounidense de 34 años curtido en las tablas de un teatro de Chicago y, posteriormente, en el West End londinense, consigue optar al Oscar por primera vez.
En el cine, sus papeles de reparto han oscilado entre la independencia de Cecil B. Demente (2000), de John Waters, y la maquinaria puramente hollywoodiense de Pearl Harbor (2001).
Otras producciones poco destacables, como World Trade Center, de Oliver Stone, o Bug, de William Friedkin (ambas de 2006), han sacado poco partido a su talento.
En cambio, su participación de Antes que el diablo sepa que has muerto (2007), de Sidney Lumet -en la que coincidió con otro candidato, Philip Seymour Hoffman-, y, desde luego, su papel en Revolutionary Road, impulsan una carrera que ahora se llena de interesantes proyectos.
ha recibido ya muy buenas críticas en los sectores independientes, mientras rueda ya con el siempre incierto aunque muchas veces genial Werner Herzog My Son, My Son, What Have Ye Done así como la nueva versión de 13 Tzameti, que realiza el director de aquélla, Géla Babluani, y en la que se ve las caras con otro gran nombre del año: Mickey Rourke.
PHILIP SEYMOUR HOFFMAN: El actor que siempre merece el Oscar
Desde que ganó el Oscar por Capote (2006), estos premios parecen no retirar la mirada de Philip Seymour Hoffman, el hombre que ha participado en las mejores películas de los últimos diez años y que ahora vuelve a ser finalista por La duda, de John Patrick Shanley.
Avalado por un texto ganador del premio Pulitzer, Seymour Hoffman es uno de los cuatro intérpretes candidatos por esta película, en la que él encarna al objeto de la polémica: el carismático y ambiguo padre Brendan Flynn, sobre el que recaen acusaciones de pederastia.
Sobre él se hila la profunda reflexión del filme: los diversos caminos de la fe, la dificultad de juzgar la compleja realidad y la variedad de registros del amor. Las "dudas" como arma de doble filo.
Hoffman, que también optó a la estatuilla como secundario el año pasado por La guerra de Charlie Wilson, se ha convertido, pese a su peculiar físico, en uno de los actores más versátiles de su generación.
Con su oronda figura y su pelo anaranjado, ha participado en títulos clave del último cine americano como Happiness,El gran Lebowski -ambas de 1998-, Magnolia o El talento de Mr. Ripley -ambas de 1999- y, a sus 41 años, no hay reto que se le resista.
Parece, de hecho, destinado a compartir el síndrome de su compañera de reparto: la siempre impecable pero eterna nominada Meryl Streep, que vive ya su decimoquinta candidatura.
Tras imbuirse en la vida del escritor de A Sangre Fría, Seymour Hoffman ha pasado de secundario de lujo a ocasional protagonista de títulos como La Familia Savages o Antes que el diablo sepa que has muerto (2007), en la que coincidió con su ahora rival para el Oscar Michael Shannon.
Seymour Hoffman debutó como actor con apariciones en la serie de televisión Ley y Orden a principios de los noventa, y fue encadenando papeles de poca importancia en películas que, a veces, como en 1994 con Cuando un hombre ama a una mujer o Ni un pelo de tonto, tenían cierta repercusión.
Sin embargo, un nombre fue fundamental en su expansión como actor: Paul Thomas Anderson, el niño prodigio del cine estadounidense que, para sus cuatro primeras películas -Sydney (1996), Boogie Nights (1997), Magnolia (1999) y Embriagado de amor (2002)- contó con él, componiendo una filmografía destacable por sí misma.
Spike Lee, en La última noche (2002) y Charlie Kauffman, en la todavía inédita en España Synecdoche, New York (2008), también han contado con él para sus películas, mientras que no ha dejado nunca desatendida su otra pasión interpretativa, el teatro.
De hecho, ha optado también al Tony en dos ocasiones: por la obra de Sam Shepard True West en el año 2000 y por un montaje de Largo viaje hacia la noche, de Eugene O'Neill.
Por La duda sí ha cosechado numerosas candidaturas a diversos premios, pero de momento, ninguna ha cristalizado, algo que no parece importarle puesto que tiene las miradas puestas en el futuro, ya que prepara su debut en la dirección con Jack Goes Boating.