sábado, mayo 4, 2024
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Con Woody llegó la lluvia…y el Zinemaldia desplegó su magia

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La ciudad, igual de bonita que siempre, más si se le da una segunda mirada a través de los ojos que el octogenario cineasta ha puesto en esta cinta con la que se inaugura el Zinemaldia, acoge la 68 edición del festival con cariño, mascarillas, horarios muy recortados en sus famosos restaurantes y bares de pintxos, distancias sanadoras y mucha resignación.

«Es lo que hay» puede que sea la frase más repetida, después de los «qué bien que hay festival», «qué valiente Rebordinos» (el director del Zinemaldia, José Luis, que tiene a todo su equipo pendiente de ver ‘qué tal va todo’) o las dudas de cuánto se podrá acercar la gente a los famosos.

Alfombras rojas «covid», como las han bautizado con sentido del humor las responsables de prensa, que serán «como siempre de rojas y estarán en el mismo sitio para recibir a los famosos», que seguirán llegando en un cochazo del patrocinador, pero sin público a su alrededor, sino sólo informadores gráficos. Y los gritos de entusiasmo se quedarán en clicks de sus cámaras fotográficas.

Según José Antonio Díaz, veterano informador y crítico de cine malagueño que lleva casi treinta años cubriendo el Zinemaldia (el primero lo recuerda con Gregory Peck), la avanzadilla que supuso el festival de Málaga ha ayudado mucho al equipo de Rebordinos.

«Lo único que me extraña es que no tomen la temperatura, pero por ejemplo, la salida de las salas es mucho más tranquila y rigurosa», opina, aunque «echa de menos» las colas para entrar al cine, y esos «repentes de cambiarnos de película en el último minuto por un soplo, por cosas que se oyen».

Porque la asistencia a las salas está prevista y medida desde antes de empezar el festival, con reservas on line identificadas por acreditación que te obligan a asistir bajo pena de que no te dejen ver ninguna otra de las solicitadas. Un sistema que preocupa a los periodistas, que, no obstante, cumplen las normas a rajatabla.

Roberto Cueto, que hoy moderaba el primer encuentro mixto con «talents» presenciales y on line, nada menos que la rueda de prensa de Woody Allen, reconoce que le ha sorprendido «lo bien que está encajando todo el mundo las restricciones de este festival tan incómodo».

Habrá ruedas de prensa presenciales, on line y mixtas, como la que hoy abrió el certamen y que se resolvió con un suspiro general de alivio: todo salió a la perfección. Únicamente se hizo corto el tiempo, tantas cosas que preguntar a un gigante del cine como Woody Allen, que apenas se pudo interrogar a Elena Anaya, Gena Gersaw (allí presentes) o Wallace Shawn, virtual, como el propio Allen.

Y dos novedades: una sala de prensa auxiliar, sin acceso físico a los protagonistas, y un número de whatsapp donde lanzarles preguntas, previa identificación del medio.

A media mañana, el actor Javier Gutiérrez paraba un momento el rodaje de un documental que protagoniza para un canal privado sobre las interioridades del único festival español de Clase A para saludar a su amiga Marta Etura que, por primera vez, viene «sólo a ver cine», dice con los ojos azules chispeantes por encima de su mascarilla.

Otro grupo de periodistas habituales del festival, sobre todo, de Madrid, aficionados a alargar las jornadas laborales hasta la madrugada, «investigando» por los bares de «lo viejo», opinaban que se veía muy poca gente en la calle, en comparación a otros años; poca animación, a fin de cuentas.

Algo que no comparte otro «histórico» de San Sebastián, el periodista Carlos del Amor, que levanta la ceja para afirmar que «San Sebastián nunca se tira a la calle el día antes».

En los bares cercanos al Kursaal, algunos camareros, como Judith, que también lleva unos cuantos festivales, comparte la impresión de los periodistas madrileños, aunque su punto de vista es diferente: «Es el primer año que me puedo ir a mi casa a una hora normal. Esto tendría que ser así siempre», considera, y aunque entiende que la covid perjudica a los dueños, las jornadas «son mucho más lógicas».

Pues con tormentas puntuales anunciadas, incluso, con alertas, para las próximas jornadas, lo único seguro es que refrescará el ambiente, a la espera de que el amoroso público de San Sebastián cambie la arena de sus playas por las butacas -una sí, una no- de sus maravillosos cines. 

Alicia G.Arribas

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