Unos pesticidas que envenenan los humedales

En los últimos tiempos, a consecuencia de la desaparición de muchas poblaciones de abejas por todo el mundo, se ha hablado mucho de un tipo de insecticidas, llamados neonicotinoides, que se han hecho tristemente célebres por haber sido asociados a la desaparición de poblaciones de abejas. De hecho en la UE, aunque no así en otros países, se ha acordado no usar algunos de ellos.
Pero lo que se está viendo es que productos de este tipo -fabricados por gigantes químicos como Bayer o Syngenta- no solo pueden afectar a las abejas, sino a más seres. Parece que los problemas causados por este tipo de pesticidas, vastamente usados a lo largo y ancho del planeta, podrían ir mucho más allá de lo que pasa con esos insectos en concreto.
Una científica canadiense ha dado la voz de alarma sobre algo que puede estar sucediendo no solo en Canadá, sino en muchas otras zonas del orbe en las que se usan algunos de estos pesticidas.
Christy Morrissey, que así se llama esta bióloga de la Universidad de Saskatchewan, está embarcada en un estudio a cuatro años en el gran rosario de lagunas que salpica las praderas del oeste de Canadá. Pero los datos que ha recopilado en el terreno tras año y medio de investigación le han horrorizado tanto que no ha podido hacer otra cosa que dar la voz de alarma. Ha visto que cientos de lagunas están contaminados con niveles preocupantes de este nuevo tipo de pesticidas, cuyo uso ha crecido fuertemente en el mundo en los últimos años.
Morrissey sugiere que, a los niveles a los que han sido encontradas estas sustancias en las aguas pueden tener que ver con graves efectos sobre ésos ecosistemas. Un barrido radical de comunidades enteras de seres vivientes que son la base de ésos sistemas naturales, tales como muchos insectos que desarrollan parte de sus ciclos vitales en el agua, y que representan la base de alimentación de otros muchos seres vivos, entre ellos enormes contingentes de aves que, por cierto, llevan un tiempo declinando también. Los insectos afectados pueden ser básicos, por ejemplo, para la alimentación de muchos patos.
En muchos humedales habría unas concentraciones tres o cuatro veces más altos de estos tóxicos que las concentraciones que se considera oficialmente que pueden soportar los insectos (y en algunos casos las concentraciones eran más de 100 veces más altas).
Morrissey ha declarado que "los efectos sobre los ecosistemas pueden ser probablemente mayores de los que nunca antes habíamos visto", considerando muy alarmante que el veneno fuese medido también en el agua, no solo en la época en la que se aplica, sino antes de que los agricultores lo empleen en primavera, lo que sugiere que estos productos químicos persisten meses o años en el agua.
Los resultados pueden indicar una profusa polución, con impactos muy importantes sobre los ecosistemas
Lo ha visto en centenares de lagunas (en más del 80% de las analizadas). Pero lo grave es que, como esas sustancias se usan de modo parecido en zonas mucho más vastas de la por ella estudiada, sus resultados pueden indicar una profusa polución, con impactos muy importantes sobre los ecosistemas, en grandes regiones de Canadá, Estados Unidos, y otros muchos países donde ésos pesticidas se usan. No olvidemos que estos nuevos insecticidas están en la cabeza de las listas de ventas en el mundo.
Los neonicotinoides se usan en una amplia variedad de cultivos como maiz, soja, trigo, avena, cebada, patatas y frutas o, como en Canadá, en millones de hectáreas de canola (colza) sembradas en los estados de Saskatchewan, Manitoba y Alberta. Es decir , no se está hablando en ningún caso de algo que tenga solo repercusiones en una pequeña zona, sino de algo con una enorme extensión dentro y fuera de las fronteras canadienses.
Otros científicos han dado la voz de alarma. Entre ellos Pierre Mineau experto en ecotoxicología de los pesticidas que trabajó para la Administración (Environment Canada) y que es profesor de la Universidad Carleton y de la Universidad de Saskatchewan que basándose en datos canadienses, californianos y holandeses publicó hace tiempo un informe que desvelaba que las concentraciones de neonicotinoides que se estaban midiendo bastaban para causar impactos muy serios en las cadenas alimentarias acuáticas. El informe, realizado con la American Bird Conservancy, se titulaba "el impacto sobre las aves de los pesticidas más ampliamente usados en la nación" ( "The Impact of the Nation's Most Widely Used Insecticides on Birds") pero los datos que revelaba no se quedaban solo en las aves, ya que la alteración de la cadena alimentaria que desvelaban indicaba que otros seres vivos tales como los peces o los anfibios podían verse también muy afectados.
Datos anteriores en los Países Bajos
Se tienen muy en cuenta datos como los obtenidos en los Países Bajos. Una investigación conducida por científicos holandeses y publicada el año pasado dio datos muy preocupantes sobre uno de estos insecticidas: el imidacloprid.
Las sensibles libélulas también se verían afectadas en alguna medida
Se mostraba como podía contaminar el agua y causar una importante degradación de las comunidades de seres vivos existentes en ella. Como sucede con las abejas, cuya importancia para los ecosistemas y aún para la economía humana es impresionante a pesar de su humilde aspecto, no conviene subestimar tampoco, como antes se ha dicho, la relevancia de la degradación de las poblaciones de pequeños animales de las aguas, que puede tener efectos relevantes, al alterar, por ejemplo, el zooplancton que es la base de las cadenas alimentarias de las que dependen muchos otros organismos (peces, aves, mamíferos,…).
Por ello, el que el estudio asociase la mayor presencia del imidacloprid a efectos sobre las poblaciones de algunas especies de pequeños crustáceos o sobre unos pequeños insectos llamados efémeras, por despreciable que pudiera parecerle a alguien no entendido, no es algo que debiese ser pasado por alto. Como tampoco, por ejemplo, lo que pueda pasar a las sensibles libélulas, que también se verían afectadas en alguna medida.
Los científicos, llamaban también la atención en su estudio sobre unas pequeñas criaturas de las que mucha gente no habrá oído ni hablar, pero cuya mayor o menor presencia en las aguas puede tener un hondo significado: los tricópteros. Estos animales, que tienen unas simpáticas larvas que suelen fabricarse una envoltura con trocitos minúsculos de piedras, son tenidos, de hecho, como excelentes indicadores de la calidad de las aguas, por lo que las aguas con más imidacloprid tengan una menor presencia de tricópteros podría no indicar, en principio, nada bueno.
Según aquella investigación, publicada en la revista científica PLoS One (Public Library of Science) , en las aguas contaminadas con este insecticida había un 70% menos de especies de invertebrados que en las no polucionadas con él (17 especies frente a 52 llegaron a contarse en unas y otras). Además, las especies presentes en las aguas afectadas tenían menos indivíduos.
Los científicos detectaron tal polución en el agua de algunas zanjas de los cultivos, que ésa misma agua podría ser utilizada como un eficaz pesticida por sí misma
Los autores de esa investigación, como Jeroen van der Sluijs , de la Universidad de Utrecht, sostenián que serían necesarias medidas más contundentes que las que hasta ése momento se habían adoptado a nivel de la UE y, más allá de Europa, en todo el mundo. Les preocupaba que fuese una sustancia muy frecuentemente detectada en las aguas a concentraciones muy superiores a las que las normas establecen , a veces extraordinariamente superiores (con independencia de si esas normas son o no , por otro lado, suficientemente exigentes, cosa que ponían en duda). Los científicos detectaron tal polución en el agua de algunas zanjas de los cultivos, que ésa misma agua podría ser utilizada como un eficaz pesticida por sí misma.
En estos momentos hay una fuerte campaña en Estados Unidos y Canadá para conseguir que las autoridades dejen de aplicar criterios toxicológicos desfasados e incorporen lo que la Ciencia está descubriendo, procediendo a la prohibición de algunos de estos insecticidas. Hay una enorme resistencia a pesar de ver que en la UE se han adoptado medidas y de la existencia de algunos informes, como uno de las autoridades de gestión de plagas de la administración sanitaria canadiense (Health Canada) que concluye que este tipo de insecticidas pueden ser culpables en mayor o menor grado de la desaparición de abejas en zonas de Ontario y Quebec.
Recientemente entró en vigor la prohibición de la UE sobre el uso de la clotianidina y el imidacloprid de Bayer y el tiametoxan de Syngenta. Tres pesticidas neonicotinoides. Luis Ferreirim de Greenpeace considera que es una "buena noticia, pero la prohibición es temporal (dos años) y no se aplica a todos los cultivos ni a todos los usos. La prohibición debe ser reforzada, haciéndose permanente y total". Se pide, además, que se incluya a otros pesticidas que pueden afectar a las abejas dentro de los que se cuentan algunos que no son neonicotinodides como el fipronil, el clorpirifos , la cipermetrina y la deltametrina. Sobre uno de ellos, el fipronil -de la multinacional BASF- se aprobó una propuesta europea para restringir parcialmente su uso, pero la prohibición debería ser más amplia. Solo dos países votaron en contra: Rumanía y ¡España!.
La Agencia de Seguridad Alimentaria Europea alertó sobre posibles efectos en humanos
Hace poco, la Agencia Europea de Medio Ambiente (EFSA) , hizo público además un dictámen que mostraba que algunos neonicotinoides -como el acetamiprid y el imidacloprid- también podrían afectar al desarrollo de las neuronas y las estructuras cerebrales humanas asociadas con funciones como el aprendizaje y la memoria. Recomendando establecer niveles más bajos de exposición a estas sustancias de los hasta ahora vigentes.
Los hombres acostumbramos a creer que somos algo tan superior y al margen de la Naturaleza que al final podemos pensar que no nos afecta lo que daña a los animales de los que nos sentimos tan abismalmente distantes. Especialmente de los insectos.
Es toda una cruel ironía que vaya a resultar que algunos de los síntomas que se ve que los neonicotinoides producen en las abejas puedan parecerse a algunos que esas sustancias podrían causar a las personas. La investigación en este asunto no ha hecho más que comenzar. Pero es mucho más amplia con otros tipos de pesticidas que, como los organofosforados, llevan más tiempo usándose.
En el transcurso de esas investigaciones se usó insectos para experimentar y se vio lo eficaces que podían ser como insecticidas.
Hablando ahora en general de la historia de los pesticidas, no de los neonicotinoides en concreto, hay algo que mucha gente no sabe. Que una parte importante de la investigación que dio origen a los pesticidas modernos se hizo primeramente pensando en su uso como armas químicas contra las personas y buscando efectos como los neurotóxicos. Y que en el transcurso de esas investigaciones que buscaban algo que matase a las personas se usó insectos para experimentar y se vio lo eficaces que podían ser como insecticidas.
Cuando se descartó el uso de las armas químicas sobre personas, y sobre todo tras las Segunda Guerra Mundial, se inició un uso aún a mayor escala y más duradero para ese tipo de sustancias u otras que se irían creando después: la guerra química contra las plagas o las supuestas plagas. Una guerra que aunque su objetivo "militar" eran unos cuantos insectos, hongos o hierbas, acabaría teniendo efectos "colaterales" muy severos más allá de ésos "objetivos" (que además muchas veces se hacían resistentes) tanto en la vida salvaje como en las personas. Es como en tantas guerras donde el número de bajas civiles, incluso cuando se hace el esfuerzo de alcanzar solo a los combatientes, supera al de soldados muertos.
Debemos pensar porqué nos pareció tan horrible la guerra química contra las personas y esta se prohibió sabiamente con acuerdos internacionales y por qué se permite esta guerra química contra la Naturaleza (porque éso es, al fin y al cabo esta guerra química contra las plagas, que además está demostrando no poder con ellas). Todo pese a su saldo anual de cientos de miles de agricultores intoxicados y/o muertos de manera inmediata (según estimaciones conservadoras de la propia OMS), y el vasto saldo de otros problemas de salud que genera la exposición crónica a veces incluso a niveles muy bajos de concentración de estas sustancias que pueden contaminar aguas, aires, alimentos,...
Es muy difícil, a veces, querer matar un ser vivo sin afectar a otro que no se desea afectar, porque muchos seres vivos comparten mecanismos orgánicos básicos. También porque, se quiera o no, los seres vivos están ligados a una delicada trama y están en unos ecosistemas que comparten con otros seres vivos que es difícil no afectar. Y por éso, por "sutil" que se nos quiera vender tantas veces la forma de actuar de cada nuevo pesticida que se diseña, prometiendo una milagrosa "inocuidad" y una "selectividad" extrema, tantas veces se descubre que ése nuevo pesticida entra en la delicada trama química de la Vida sobre la tierra con la misma sutileza que un elefante en una cacharrería. Y si tenemos en cuenta que los pesticidas son los venenos que el hombre esparce deliberadamente sobre una mayor superficie de nuestro planeta, como son los cientos de millones de hectáreas de agricultura no ecológica que hay sobre la faz de la tierra, pues es algo, ciertamente, para reflexionar. Cada vez que cruzamos los campos de cultivo de Castilla, Andalucía o cualquier otra zona de España, Europa o el planeta, deberíamos reflexionar sobre el hecho de que cada metro cuadrado de ellos muy probablemente ha recibido varias dosis de pesticidas sintéticos a lo largo del año.
Por volver al tema de los neonicotinoides, no debemos olvidar algo importante. Estos pesticidas son, según dice la industria que los fabrica, "más amigables con el medio ambiente" que aquellos a los que vinieron a sustituir. Son, según sus fabricantes más "ecológicos".
No es la primera vez que vemos tales tipos de pretensiones. Las hemos visto muchas veces con cada nueva hornada de pesticidas sintéticos que aparecían. Todos ellos eran una auténtica "maravilla" que , según los científicos a sueldo de las industrias (que llegan a tener enormes centros de investigación que elaboran informes a su favor) no causaban daño alguno. Mantra que se repetía una y otra vez incluso cuando se iban acumulando más y más pruebas que lo ponían en duda, a veces durante décadas. Pruebas que procedían, claro está, de científicos que trabajaban para Universidades , centros públicos de investigación y otras entidades que no dependen de la industria y que, como vamos viendo, descubren otras cosas a las que son ciegos, curiosamente, los laboratorios que cobran de la industria química.
En la Historia de los pesticidas sintéticos no solo ha habido víctimas en la fauna o la flora, sino víctimas humanas, contadas por millones
Es larga ya la historia de sustancias aparentemente más "inocuas" que, tras prohibirse otras que la Ciencia identificó como peligrosas (con mucho esfuerzo y con una enorme resistencia de las industrias) , acabaron siendo también identificadas como problemáticas por semejantes o diferentes motivos que aquellas a las que sustituyeron. Así se pasó de los pesticidas organoclorados como el DDT a otros como, por ejemplo, los organofosforados.
La historia de nunca acabar en la que como si se tuviese una fe ciega en los diseñadores químicos, se cree que serán capaces de crear un veneno "mágico" que solo mate lo que se busca que mate y no mate nada más. Historia, la de los pesticidas sintéticos, fallida hasta la saciedad, y en la que, todo hay que decirlo, no solo ha habido víctimas en la fauna o la flora, sino víctimas humanas, contadas por millones.
Quizá haya llegado el momento de que todo esto no sea cosa de cambiar unos pesticidas por otros, en una ciega huida hacia delante en la que pongamos siempre nuestra esperanza en el buen hacer de la industria química, sino de terminar de una vez por todas con la dependencia de los pesticidas en la agricultura mundial. Una agricultura "toxicómana" que reclama dosis crecientes de estos venenos de año en año, mientras crecen las resistencias en las plagas con las que debiera acabar o incluso se generan plagas secundarias que sin los pesticidas no existirían.
Carlos de Prada