Rubia... y algo más
Carmen Castilla, la nueva líder de UGT de Andalucía se ha querido adelantar a las críticas por su nombramiento -tras ser elegida por el tradicional método del "dedazo" en un comité extraordinario al que sólo estaban convocados 121 miembros del sindicato- con un curioso argumento. "Alguna pega me pondrán, quizá que soy rubia o porque tengo 45 años y aparento 35", ha dicho cayendo en todos los tópicos- típicos de algunos comentarios machistas.
A mi me parece muy bien que la nueva líder andaluza sea alta, rubia y guapa. Me gusta, como a todos, la belleza y que la gente se cuide pero desde luego las críticas que se le vayan a hacer -salvo por parte de los machistas y rancios de siempre- no van a ser ni por su condición de mujer, ni por su aspecto, sino por todas las golfería que se han producido en ese sindicato y que ella tendrá que depurar si quiere mantener el cargo.
De entrada su elección como" líderesa" no ha sido precisamente ejemplarizante. Es cierto que se han seguido pies juntillas los estatutos -según los cuales la elección se puede hacer en un comité extraordinario- con lo cual ha estado totalmente controlado por la dirección, la misma que diseñó y promovió la fórmula de las facturas falsas. Es un secreto a voces que el Secretario General de la UGT, Cándido Méndez, consciente del descrédito que este asunto ha supuesto para el sindicato, había solicitado a la federación andaluza que organizaran un congreso extraordinario para la elección del nuevo líder, lo que hubiera servido para hacer una limpia en toda regla, pero la federación hizo caso omiso a la recomendación ¡grave error!.
UGT es mucho más importante que unos cuantos dirigentes corruptos, pero su credibilidad está en juego
En Andalucía puede haber una nueva cara, pero con la fórmula del "dedazo" la crisis se cierra en falso cuando lo urgente hubiera sido hacer un ejercicio de transparencia y regeneración que evitara cualquier sombra de sospecha. De hecho resultó muy llamativo que la nueva líder no hiciera en su discurso ninguna mención al escándalo de las facturas falsas o a los 20 millones bajo sospecha de subvenciones a UGT por parte de la Junta. ¿Es el momento de pedir perdón a la ciudadanía por el escándalo de la facturas falsas? preguntó un periodista a la nueva líder, a lo que ésta respondió con un: "hoy es un momento de alegría y acabo de ser elegida". Una forma de solemnizar lo obvio para no decir nada.
Dijo, eso sí, que habría un antes y un después, que se iba a empezar una nueva etapa en la que el sindicato trataría de recuperar la credibilidad, pero todo eso serán sólo palabras huecas, consignas de salón, si no empieza desde ya a hablar a depurar responsabilidades y hacer públicas las cuentas de la infamia sin tapujos, sin medias verdades y con total transparencia.
Da igual que sea rubia o aparente ser más joven -algo que a ella parece importarle aunque a los demás nos importe un pito- lo verdaderamente trascendente es que limpie el basurero en el que a golpe de mariscadas, maletines falsificados y caramelos fantasmas de los Reyes Magos han convertido sus antecesores a uno de los dos sindicatos más importantes de España. UGT es mucho más importante que unos cuantos dirigentes corruptos, pero su credibilidad está en juego y muchos pueden pagar un alto precio por las sinvergonzonería de unos pocos. Cándido Méndez, que se diga lo que se diga es un hombre honesto y austero, lo sabe bien y por eso quería impedir esta chapuza de elección a la andaluza.