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Rubalcaba, sin preguntas

Sin preguntas. Ante el terrorismo, declaraciones. Los encapuchados de ETA volvieron a hacer anuncios con su democracia de las armas, la que no escucha ni a los ciudadanos, ni a las víctimas, ni a los votos. Alfredo Pérez Rubalcaba ha respondido a los terroristas sin aceptar preguntas de los informadores, como también ha hecho el lendakari Patxi López. Los etarras tienen su primera respuesta, los ciudadanos seguramente se habrán quedado con ganas de que su gobierno se explique mejor. El silencio no es autoridad ni claridad, sólo falta de responsabilidad y transparencia.

Rubalcaba se superó. No admitió preguntas de los periodistas, pero él mismo se interpeló cuatro veces. Portavoz y reportero al tiempo. Puesto a acumular cargos, funciones y poder, el vicepresidente primero se pregunta y responde. No necesita ni quiere atender más. Discreción frente a la banda, pensarán algunos, para otros un ejemplo de práctica antidemocrática y soberbia. No con los periodistas, sino con los ciudadanos, titulares del derecho a la información.

El silencio de los políticos ante la prensa es ya una costumbre. Para asuntos delicados o intrascendentes. Aumenta porque quienes los servidores públicos olvidan a menudo esa responsabilidad por sus intereses personales y partidistas. Celebran sólo la democracia escénica de la televisión en la seguridad de que los medios recogerán pese a todo sus palabras. Cuando un político no contesta las preguntas de los periodistas está tapando la boca de los ciudadanos y devaluando la democracia.

En el muro de silencio levantado a menudo en la vida pública se confunde la protección de las personas, de la seguridad o de sus derechos, con la responsabilidad del político. Un abuso de poder y una fuente de desinformación y manipulación.

Un político o un responsable público puede callar y debería poder confesar sin vergüenza que no tiene una respuesta. Lo que no puede hacer es manipular. Cuando se autoformulan preguntas retóricas como ¿está usted más tranquilo?, ¿es el final?, ¿es lo que la sociedad española espera? o ¿ésta es una mala noticia? se impone la propaganda.

Con la retórica se esquiva la política real, las incógnitas de los ciudadanos sobre cuestiones que seguramente sólo tendrán contestación en los próximos meses, también resultado de la acción del Gobierno.

Rubalcaba justificó su intervención “porque este comunicado ha dado lugar a muchos comentarios y a no pocas expectativas y creemos que es bueno que se sepa cuál es la valoración” del Gobierno. Una valoración política, más allá de la lucha antiterrorista de policías y jueces. De esa lucha legal, los ciudadanos sólo pueden esperar que continúe mientras el terrorismo no cese. De la política se esperan respuestas. Las que no dan los terroristas escondidos tras sus capuchones y su sordera democrática. Las que debe dar el gobierno o justificar por qué calla.

Juan Varela

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