Los miedos del PNV
Por muy "excepcional" que sea la decisión de acompañar a la izquierda abertzale en la manifestación que ayer se celebró en Bilbao. Por breve que haya sido la comparecencia -que no rueda de prensa- ante los medios de comunicación, por pasajero que pueda parecer el episodio, lo cierto es que la foto de Andoni Ortuzar, presidente del PNV, al lado, entre otros, de responsables de SORTU, es una foto que le va a perseguir. Es una foto inesperada y equivocada para un partido, como el PNV, que con sus nuevos dirigentes Urkullu y Ortuzar ha tratado de poner tierra por medio a las aventuras de Ibarretxe y, desde luego, al akelarre que supuso el Pacto de Lizarra.
La razón última de este apoyo, de esta foto, no es, ni mucho menos, un primer paso para una reedicion de Lizarra y ni siquiera un eventual desafío al Gobierno de Rajoy. No. Es todo más pedrestre pero no por ello menos importante. La razón última y primera de la foto de Ortuzar ha sido el miedo, el pánico escénico de los nacionalistas del PNV de tener que enviar a la ertzaintza para evitar las seguras concentraciones que, pese a la prohibición judicial, se hubieran producido. Ya dijo Laura Mintegui, portavoz de Bildu en el Parlamento vasco que iba a pedir al ehendakari que retirara a la ertzaintza del operativo policial dispuesto para las recientes detenciones...
Si la convocatoria inicial se hubiera mantenido pese a la prohibición judicial, el PNV y el Gobierno vasco habrían tenido la obligación de impedirla y es eso precisamente lo que ha desatado el pánico en la dirección del PNV y en el propio Ejecutivo. Miedo a tener que tomar decisiones que le iban a acarrear fuertes críticas de la izquierda abertzale, miedo a que la situación pudiera descontrolarse y tener un disgusto, miedo a quedar rezagados en el "nuevo tiempo", miedo a que parte de su propia gente se sintiera incómoda. Miedo, miedo y miedo que es lo que ha primado y, en cierta medida, es lo que continúa primando, de manera difusa pero real, en el País Vasco. Miedo a ser calificados de enemigos de la paz, miedo a miradas furtivas todavía bien presentes en muchos pueblos.
En el País Vasco todavía existen miedos pero lo terrible, lo que no se puede arreglar ni con mas autogobierno ,ni con más dinero ni con más competencias es el hecho incontrovertible de que quienes tendrían que salir a la calle disfrazados para que nadie les reconociera, lo hacen a cuerpo abierto, sabedores de que en sus pueblos txikitean como si nada hubiera ocurrido y muchos, muchísimos ciudadanos les dan calor, apoyo y aplausos porque los muertos que llevan a sus espaldas son "la consecuencia del conflicto". Este y no otro es el problema gravísimo que existen en el País Vasco: que decenas y decenas de miles de ciudadanos ven en los miembros de ETA ahora excarcelados y a los que aun están en las cárceles como a hombres y mujeres a los que las circunstancias políticas les llevaron a empuñar las armas. Para ellos son sacrificados luchadores en lugar de frios asesinos.
Siendo este el problema de fondo, y por muy excepcional que Ortuzar diga que ha sido el apoyo a la marcha a favor de los presos, el PNV no debe olvidar -ni los demás tampoco- que la inmensa mayoría de los que ayer marcharon por las calles de Bilbao, jamás lo hicieron cuando ETA asesinaba. ¿Paz?. Lo tienen bien fácil: que ETA se disuelva, que desaparezca de verdad. Pueden tener una certeza: no lo ha hecho ni lo va a hacer mientras sus miembros, aunque ya sean ciudadanos libres y en plenitud de derechos, sean recibidos con aplausos y sus presos "conmuevan" a miles de ciudadanos vascos.