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Las flores de Modric

Otra vez en casa del Espanyol.  Club extraño del que apenas se sabe su filiación. ¿Son buenos catalanes, menestrales pata negra encerrados en un club que sólo hace bandera de lo que ocurren en el césped? ¿Hay alguna tendencia secreta entre los que se adscriben al Espanyol, a la patria común e indivisible, etc, etc….? No son hostiles al madridismo; ¿Pero son realmente de fiar? Sin una nación detrás, real o inventada. Sin ser escudo autonómico, ni delirio regional. Incluso despojado de su ciudad; el Español gravita imantado a unos metros sobre el nivel del mar.  

Comenzó el partido con un balón interior de Modric a Benzemá, que rozaba el fuera de juego, y de no ser así, lo hubiera dejado solo delante del portero. Esa fue la música del partido. El croata aleteando por el césped, haciéndose dueño de la jugada, que rompe en ataque cuando se posa en Karim. Hoy peón y dama, moviéndose por las rendijas que le dejan libres Cristiano y Bale, y además, marcando. Todo lo que se le puede pedir a un jugador; lejos de sus letargos y cada vez más cerca del gato cazador de la segunda temporada de Mourinho.

Marcelo ya seca el balón. Vive permanentemente en su piso de soltero, según se llega a la media punta, tirando a la izquierda. Y tiene una fenomenal ayuda en su criada particular: Di María. El argentino sigue creciendo en ese rol de ida y vuelta, que encauza sus pasiones, y contiene su retórica. Allá en la segunda parte, cuando el partido estaba estancado, Di María rebañó un balón a un contrario en línea de fondo madridista. (Marcelo miraba). Caracoleó sobre la cal y salió disparado, corriendo con ese aire suyo descacharrado, hasta que se la regaló a Marcelo que había echado a andar hacia un hueco en tierra de nadie. Un malabarismo después y la pelota ya anda por tierras de Benzemá, que la baja y la sienta y se la da a Bale. Anda, corre. Y Gareth que corre. Y Gareth que se pasa de frenada y atropella la ocasión de gol. Dos líneas quebradas y una recta. Y todo, hijo de una disposición táctica algo paranoica, pero que equilibra las tendencias opuestas de este equipo.

Con Illarra se pierde precisión en el pase largo, y esto es obvio,  pero se gana en fluidez en la zona de medios. Illarra hasta ahora, es hombre de intendencia. Quita por detrás, se apoya, se da, mete un pase interior sin picante, y asoma unas cuartas más arriba para ver qué se puede hacer. No sabemos sus límites, porque él no quiere ir más allá y porque está rodeado de jugadores que pasean el balón como por un escaparate. Xabi salió mediada la segunda parte y sentó cátedra de inmediato con dos envíos largos, todo belleza, de los que asustan y hieren. Se quedó ahí y el Madrid se había empezado a desmoronar por la mitad, víctima del cansancio de Modric y el empuje del Espanyol; así que no le fue posible al espectador calibrar las diferencias entre los dos guipuzcoanos.

El único invitado blanquiazul al festín, fue Sergio García. Un delantero de los que pica, pero no acaba de matar. Se escurrió un par de veces de los centrales, muy tensos , marcando una línea entre ellos que sólo se agujereó en los momentos finales del partido y en el principio de la segunda parte, cuando el público pidió penalti por un derribo en el área y los jugadores españolistas tuvieron sus 10 minutos de fanatismo.

En la primera parte llegaba el Real una y otra vez con olas cada vez más grandes. Pasa que Cristiano y Bale siguen con el empeine oblicuo y parecen esperar una ocasión siempre posterior para dejar constancia de su genio. El gol llegó de una recuperación de Modric, que no tiene un plan fijo más que jugar al fútbol. Con el rubio no vale, se hubiera dicho en el patio del colegio, tal es su superioridad ahora mismo sobre el resto de las cosas del campo. El croata defiende con la mente y es suficiente una sacudida de su cuerpo para dejar tirados a dos contrarios. Llevaba el Madrid varias ocasiones encima, suficientes para que el Español se incrustara en su portería y llegó una resaca lenta, con balón, los jugadores parados como estacas, pero en la justa posición. Arbeloa centra tan fácil y en el área hay dos aves rapaces. Uno la peina –Bale- y otro la incrusta en la portería –Karim-. Es un gol sin Cristiano, y vale lo mismo, aunque el espectador prefiera que marque el portugués, para no verlo con esa angustia, que acaba siendo la suya.

Hay una ocasión de Ronaldo que falla por exceso de vanidad. Intenta una chilena donde había sitio para otra suerte. Di María y Marcelo siguen jugueteando con la defensa, mientras Cristiano y Bale abren espacios que parecen asociados a su empeine. Una falta en la zona de Bale, que tira el galés, y el balón hace un extraño, que por una vez salva al portero. Varias ocasiones falladas por Benzemá, al que le parece vulgar hacer  doblete. Centros perfectos del fideo. Centros obtusos del fideo. Anchelotti que lo cambia y lo mima y Di maría que finge algo del agravio antiguo. (Raro es el jugador del Madrid que no ha sido víctima de algún tipo de opresión; en ese sentido es un equipo muy contemporáneo).

Después de los minutos de euforia perica, el Real, vive abiertamente al contraataque. (Mi vida es mía y sólo mía, parece decir en estos casos). Aunque está a punto de cerrar el partido en varias jugadas, la tensión de los jugadores españolistas es mayor y se imponen en un cierto tipo de pelota, muy de este Madrid, sacada con excesos desde atrás, y que hay que atrapar al vuelo para que la jugada crezca. Ese pase tenso, heredero del régimen anterior, sólo funciona cuando el equipo está muy metido en el partido y el contrario persigue las estelas de los delanteros que se entrecruzan constantemente. Aún así, hubo dos carreras de Bale cortadas ilegalmente, y una de Karim acompañado de Cristiano, que sólo se falla cuando se nada en la abundancia.

Un jugador indeterminado del Espanyol metió un pase entre Pepe y Ramos al que llegó John Córdoba como una locomotora.  Se vino sobre Casillas; e iker, que tiene sus zonas, dio los dos pasos de la suerte y la pelota se le estrelló contra el cuerpo.  Pudimos ver la parada desde todos los ángulos posibles. Casillas fue condecorado oficialmente como salvador del partido y ahí acabó todo, con un continuará en grandes letras sobre la pantalla. El melodrama madridista como una cinta infinita, listo para empaquetarse en las televisiones y los niños dormidos sobre el regazo de sus padres con la sonrisa boba de los anuncios de electrodomésticos.

Ficha técnica

Espanyol: Casilla; Raúl Rodríguez, Sidnei, Moreno, Capdevila; Víctor Sánchez, Abraham; Torje (Córdoba, m. 76), Lanzarote (Álex, m. 46), Pizzi (Stuani, m. 89); y Sergio García.

Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Pepe, Sergio Ramos, Marcelo; Modric, Illarramendi, Di María (Xabi Alonso, m. 72); Bale (Jesé, m. 91), Benzema (Isco, m. 77) y Cristiano.

Gol: 0-1. M. 25. Benzema, de cabeza.

Árbitro: Clos Gómez. Mostró la tarjeta amarilla a Sergio Ramos, Víctor Sánchez y Abraham.

Estadio de Cornellà-El Prat: 30.837 espectadores.

Ángel del Riego