Hacia una solución para Ucrania (la salida de Yanukóvich)
Francotiradores, decenas de muertos, cócteles Molotov, incendios, secuestros, desaparecidos, treguas, crisis política, intervención de la Unión Europea con amenaza de sanciones… todos signos de que estamos ante una gran crisis de un país central para la estabilidad de Europa y clave en las relaciones entre Rusia y la Unión Europea. Todo parece conducir a una situación de cuasi guerra civil donde se ha sobrepasado con creces el debate sobre si se está impidiendo el derecho de manifestación pacífica de la oposición. De hecho tampoco puede decirse que, dado el cariz de los enfrentamientos, la oposición en las calles de Kiev sea totalmente pacífica ya sea por la presencia de extremistas o de infiltrados. Es cierto que las sanciones de la Unión Europea serían en principio testimoniales, pero pueden servir para conseguir el objetivo de solucionar el conflicto si van dirigidas personalmente contra los sujetos políticos implicados, concretamente el mismo Yanukóvich y los intereses de su núcleo duro. Este se ha librado provisionalmente de entrar en la lista de sancionados para permitir que sigan las “conversaciones” con él de los ministros europeos enviados a Kiev, concretamente los de Alemania y Polonia, actores especialmente interesados que hacen de mediadores. Parece que esta política de amenaza a la oligarquía ucraniana está dando resultados y se ha llegado a un acuerdo aprobado finalmente por el parlamento y, en consecuencia, la Unión Europea ha suspendido la adopción de las sanciones a la espera de los acontecimientos. A día de hoy, resulta extraño que el detonante de la crisis fuera la negativa de Yanukóvich a firmar un acuerdo de asociación con la Unión Europea: se ha pasado en este sentido de la zanahoria al palo en la diplomacia europea.
El este de Ucrania es más rusófilo y el oeste es de tendencia o mayor influencia de Europa siendo también en general distinta la religión
Uno de los aspectos de la crisis recuerda el histórico tema de las zonas de influencia propio de las situaciones de imperialismo –o neo-imperialismo- que tanto han sufrido los territorios que forman actualmente Ucrania. Dado que tienen posturas enfrentadas la Unión Europea y Rusia, ¿sería la división de Ucrania en dos zonas de influencia la solución? Ucrania es fruto de un proceso histórico que ha hecho confluir regiones diversas en cultura y lengua y así como el este es más rusófilo el oeste es de tendencia o mayor influencia de Europa siendo también en general distinta la religión, ortodoxos unos y católicos de rito oriental los otros. Un ejemplo de Estado formado con mimbres parecidos podría ser el de la antigua Checoslovaquia que hoy son dos Estados independientes. Podría pensarse que la creación de dos Estados separados solucionaría el conflicto pero este tiene un trasfondo esencialmente democrático que pasa por la retirada de Yanukóvich y la instauración de un diálogo que conduzca a unas nuevas elecciones bajo observación de las instituciones internacionales. La separación de Estados es una pesadilla para Europa desde la crisis de Yugoslavia y nadie quiere pensar en esta idea como una forma de solución del conflicto subyacente. Lo que quieren los manifestantes en Kiev no es la división de Ucrania sino más democracia y desarrollo y menos corrupción.
Nadie en el Maidán quiere oír hablar de la presencia de Yanukóvich porque tiene las manos manchadas de sangre
El acuerdo del viernes pasado firmado por la oposición y el Gobierno está también amparado por un cierto acuerdo marco o consenso entre Rusia y la Unión Europea: abstención del uso de la fuerza, elecciones anticipadas bajo nuevas normas, formación de un gobierno nuevo de unidad nacional, equilibrio de poderes, liberación de Yulia Timoshenko, amnistía por los actos violentos cometidos en las calles de Kiev… Habrá que ver si se cumple el acuerdo tendente a una mejor democracia en Ucrania o se vuelve a los enfrentamientos que la han asomado al abismo. Obama y Putin han pedido que se aplique rápidamente el acuerdo alcanzado. Eso sí, desde ahora puede hablarse ya en la historia del país de los mártires de Kiev cuyo sacrificio será investigado por el Consejo de Europa. Nadie en el Maidán quiere oír hablar de la presencia de Yanukóvich porque tiene las manos manchadas de sangre. La solución parece que exige su salida definitiva del Gobierno y del poder.