No me extraña que Nicolas Sarkozy esté de mal humor. El bálsamo que para cualquier país supone un Mundial de fútbol terminó para los franceses con el mayor de los ridículos, y eso ha provocado que nuestro vecino petit tuviese que tomar cartas en el asunto, reunión con el capital de la selección francesa incluida. Desconozco qué le diría a Thierry Henry el presidente francés, pero con ganas se quedaría de soltarle un «¡Sólo se os ocurre a vosotros!». «Yo pensando en cogerme el mes de vacaciones -gritaría- mientras vosotros le dabais patadas a la pelotita entreteniendo al personal, y aquí paz y después gloria. Allons enfants de la Patrie, y ni crisis ni nada». Y van Les Bleus y salen de Sudáfrica por la puerta falsa, con un buen saco de goles y otro tanto de humillación deportiva. No tocaba otra. Había que hacer algo.

Sarkozy va a suprimir 10.000 coches oficiales y 7.000 viviendas de la misma índole a los altos cargos de su Administración, para que el pueblo francés vea que se toma en serio esto del déficit. No es de extrañar que con estos números en Francia la crisis haya sido menos. Seguramente no han sufrido de la misma forma que nosotros el exceso de vivienda construida, ya que iba siendo asumida con celeridad por los nombramientos del Gobierno conservador francés. La misma operación con los vehículos. Con semejante consumo puede mantenerse perfectamente cualquier industria automovilística patria sin mucho esfuerzo. Preocupa saber que éste es el balance que arrojan los «altos cargos», sabiendo que uno de los mayores estamentos de una Administración son los cargos intermedios. ¿Cuántos serán en Francia? No sé si quiero saberlo.

Este tipo de acciones, brindis al sol para paliar el enfado general pero con poca o ninguna incidencia en la macroeconomía de un país, se convierten en verdaderos ajustes cuando el despilfarro es objetivo. Llegados al punto de contratar un chófer para llevar a casa al chófer del ujier, se termina con un parque móvil que no envidia en nada a la flota de taxis de la capital del reino. Recordando cómo algunos pusieron el grito en el cielo por la compra de un vehículo blindado para el anterior presidente de la Xunta de Galicia, convendría saber qué opinan de la escuadra que mantiene su colega conservador francés. Por aquello de la coherencia, esa gran desconocida.

España sigue viva en el Mundial de Sudáfrica. Portugal es testigo, y Cristiano Ronaldo tuvo la mejor entrada para verlo. Disfruten de la tapicería de sus coches… de momento.