viernes, abril 19, 2024
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Llegan 122 refugiados ucranianos tras alianza solidaria inédita en Canarias

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Un total de 122 refugiados ucranianos, la mayoría mujeres y niños, han aterrizado la tarde de este sábado en Tenerife procedentes de Polonia en una operación solidaria inédita en Canarias: una alianza de cooperación entre dos entidades humanitarias y la aerolínea Binter, que ha facilitado un vuelo sin coste alguno.

En el aeropuerto tinerfeño de Los Rodeos-Ciudad de La Laguna han descendido, de un avión Embraer E195-E2 fletado por Binter y que ha partido de Cracovia, 67 mujeres, 20 hombres, 33 niños de entre 2 y 11 años y dos bebés, de los que una veintena continuarán viaje hasta Gran Canaria, donde a su vez les esperan sus familias de acogida.

La iniciativa surgió del Club Rotario de Puerto de la Cruz en coordinación con la asociación «Canarias con Chernobil», cuya responsable, Marian García-Sanjuan, ha viajado con antelación a Cracovia, al sur de Polonia, para organizar una logística que ha contado con la colaboración de instituciones polacas y ucranianas, pero que no ha estado exenta de riesgos.

NERVIOS EN LEÓPOLIS … Y EN CANARIAS

Y es que según relata a EFE Jutta Dornhege, presidenta del Club Rotario portuense, hasta la misma mañana del sábado han estado «muy nerviosos, con mucho miedo» porque no se sabía si podía llegar a tiempo a la frontera polaca la mitad del grupo, procedente de Leópolis (Lviv) y que ha llegado finalmente a Cracovia.

Lo han hecho en autobuses escoltados por militares durante todo el trayecto, pues Leópolis fue bombardeada los pasados domingo y lunes y han salido en situación «muy crítica», advierte Jutta Dornhege, quien subraya que también ha viajado un grupo diez niños huérfanos con sus tutores legales y una psicóloga.

Toda la operación ha resultado «de una perfecta simbiosis» entre el Club Rotario y «Canarias con Chernobil» y ha sido posible gracias a que Binter facilitó un vuelo gratuito «y a partir de ahí, sólo quedaba trabajar para asignar a los refugiados a las familias que querían acogerlos. Ha sido coordinar buenas voluntades hasta llegar hasta este buen fin», asevera Dornhage.

UN SUEÑO MUY, MUY CHIQUITO, SE HACE REALIDAD

Porque todo este proyecto empezó «como un sueño muy, muy, muy chiquito» cuando estalló la guerra en Ucrania y Marian García-Sanjuan se dio cuenta de que este año sus niños de Chernobil no podrían venir a sus casas, así que consideró que ahora les tocaba ayudar a las familias ucranianas.

En conversación desde Cracovia, Marian resalta «lo valientes» que son los ucranianos que han decidido partir y señala que para la asociación es la primera ocasión en la que trata con refugiados de guerra, pero está segura de que cualquier problema que pueda surgir «será el problema del equipo», porque se han convertido en «una gran familia que mueve la solidaridad».

De su estancia en Polonia regresa con sentimientos encontrados: las caritas de los niños y de los abuelos, lo vivido en los campos de refugiados y la pena de no poder seguir allí y echar una mano.

¿Cuánto tiempo permanecerán en Canarias?. «El que ellos quieran. Va a ser una tarea difícil y habrá complicaciones en el camino, pero no le tengo miedo», afirma rotunda Marian, quien insiste en que «todo el mérito corresponde a los refugiados», ellos solo han abierto las puertas de sus casas.

PELUCHES A BORDO, EDREDONES DE FLORES … Y BENDITO TRADUCTOR

Unas casas a las que han llegado niños y adultos tras un viaje Cracovia-Tenerife-Gran Canaria para el que Binter, según ha señalado su coordinador general, Juan Ramsden, ha intentado cuidar hasta el último detalle para hacerles sentir cómodos y, en la medida de lo posible, hacerles olvidar por un rato el drama que están viviendo.

Para ello, la locución a bordo se ha realizado en ucraniano y cada menor ha recibido un regalo en forma de peluche, además del «clásico aperitivo gourmet».

Y ya en tierra canaria esperaba Marta Hidalgo, madre de dos adolescentes que acogerá en su casa de Guamasa (La Laguna) a «una mamá con su niña que cumplirá 9 años en julio» y de las que afirma «que se te encoge toda el alma» al pensar en cómo han tenido que cruzar Ucrania para llegar sanas y salvas.

Con la mamá está en contacto vía whatsapp, lo que le hace exclamar «¡bendito traductor! de internet, y confiesa que en sus mensajes esta refugiada le escribe que no entiende cómo han sido capaces de abrirle sus casas y les pide que no compren cosas.

Pero Marta Hidalgo sostiene: «Vienen a hacernos la vida más feliz, lo tengo claro», y admite que ha estado ajetreada comprando edredones «de flores» por si venían chicas y de rayas por si eran chicos «y boberías de decoración», y su hijo más pequeño la ha acompañado a acondicionar una casa en La Matanza en la que habitarán refugiados solos, sin españoles. Todo en conjunto será para sus hijos «un aprendizaje de vida», insiste.

CASAS DE ACOGIDA

Porque aparte de un local en Geneto (La Laguna) «a reventar de ropa», en Tenerife habrá cinco casas de acogida, la citada de La Matanza, Santa Cruz de Tenerife, Tejina, Las Moraditas de Taco y Guargacho, en una de ellas residirán los menores que proceden de orfanatos, y en el resto mamás con niños, explica Tatiana Myers.

Ella, a su vez madre de dos niñas pequeñas, dice que «toda ayuda es poca» antes de salir «corriendo» para acondicionar la casa de acogida en Guargacho, donde vivirán dos familias después de que las previstas inicialmente no pudieran viajar porque bombardearon su localidad.

Tatiana subraya que un grupo de médicos va a pagar el alquiler y la manutención de una de las casas de acogida, pero ahora tocará «llamar» a las instituciones para que también ayuden a sufragar una estancia de por ahora imprevisible duración.

Candelaria Vara, madre de dos adolescentes de La Laguna, acogerá a una abuela de 61 años, su hija de 40 y el nieto de 4 años «que va a ser la revolución», y para quien ha vuelto a comprar «yogures, galletitas, cremas y toallitas», sin dejar de pensar «en la agonía» que dejan atrás.

Pero también les dirá que Canarias no está tan lejos, que en cuanto sea posible les comprará un billete de avión a Polonia para desde allí cruzar a su país y poder ir y regresar «en cualquier momento, en un fin de semana».

ES UNA BRUTALIDAD: NOS AYUDAN MÁS ELLOS

Mientras, en Las Palmas de Gran Canaria unas ocho familias esperan a los refugiados que les han sido asignados. David Sánchez albergará en su casa a una madre y su hija en la habitación «grandota» de su niña de 10 años (que se cambiará a otra más pequeña) para iniciar una convivencia en la que ellas les harán crecer a ellos. «Lo que vamos a aprender es impagable», afirma.

«Es una brutalidad lo que vamos a vivir, nos van a ayudar más ellas a nosotros que al revés», indica David Sánchez, quien sabe que los refugiados pueden venir «emocionalmente tocadísimos» y entre los mensajes que se intercambian las familias de acogida para hacerles más cálida la estancia figuran pictogramas de expresiones ucranianas y una plataforma gratuita de televisión con dibujos en ucraniano. 

Ana Santana

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