viernes, mayo 3, 2024
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La trifulca se apropia del Congreso nada más estrenarse la legislatura

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El estreno de la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet, no ha podido ser más conflictivo, pues durante el procedimiento de acatamiento con el que los diputados electos se convierten en diputados a todos los efectos no han cesado los abucheos, los golpes en las mesas, los gritos y los encontronazos, como el que han protagonizado el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y la propia Batet.

El episodio ha retratado la tensión que se ha ido mascando durante el primer pleno del Congreso. Se preveía que la presencia de los cuatro diputados catalanes en prisión, Oriol Junqueras, Jordi Sànchez, Josep Rull y Jordi Turull, marcara el estreno de la legislatura, y la realidad ha cumplido el pronóstico.

Ha quedado desdibujada la elección de Batet como presidenta del Congreso tras una primera votación en la que no concitó la mayoría absoluta que reclama el reglamento del Congreso. Se quedó a una papeleta.

Los 175 votos logrados sí han bastado en la segunda, que requiere mayoría simple. Los apoyos del PSOE, de Unidas Podemos, del PNV, CC, Compromís y PRC lo han hecho posible.

Al también parlamentario del PSC Manuel Cruz, en cambio, amparado por la mayoría absoluta de los socialistas en el Senado, le ha bastado una sola votación.

La presidenta del Congreso ha podido hacerse una idea del clima que le espera en el hemiciclo. Para empezar, tendrá que lidiar con el conflicto que se le avecina en la primera Mesa que convoque, ya que el principal asunto a tratar será decidir si los derechos de los cuatro diputados en prisión quedan suspendidos o no.

La vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, ha asegurado que con el reglamento del Congreso en la mano los parlamentarios no pueden ejercer sus funciones.

A la espera de la decisión, y del previsible informe que al respecto hagan los letrados de la Cámara si así lo pide la presidenta, PP, Cs y Vox siguen aumentando la presión y este mismo martes han registrado los escritos con los que solicitan la suspensión inmediata de las funciones de Junqueras, Sànchez, Rull y Turull. Igual para el senador Raül Romeva.

Las diatribas de estos tres partidos contra los diputados independentistas se han recrudecido a raíz del trámite de acatamiento, ya que los cuatro han recurrido a fórmulas que les han exasperado. Junqueras se ha proclamado «preso político» y los tres restantes, de JxCat, han aludido a la «lealtad al mandato democrático del 1 de octubre y al pueblo de Cataluña».

Así que cada vez que un diputado de un partido independentista se levantaba del escaño y hablaba del referéndum del 1 de octubre, o de la libertad o de la república, los 24 parlamentarios de Vox golpeaban las mesas y los del PP y Cs gritaban.

Las proclamas del «por España» que ha usado el partido de Santiago Abascal y las apelaciones a los derechos sociales, a la justicia social, a los valores republicanos o hasta «al planeta» han quedado tapadas.

El día comenzó con roces al colocarse el líder de Vox en el escaño que habitualmente corresponde al portavoz del grupo socialista, justo detrás del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.

En la sesión constituyente, al no tener los diputados escaños asignados, estos se sientan donde pueden. Vox se ha instalado en la bancada socialista, y allí, resistiendo, ha estado toda la mañana el socialista José Zaragoza, situado entre Abascal y Espinosa de los Monteros.

La Mesa de Edad, presidida por un médico jubilado de 73 años, nacido en Burgos, diputado socialista, de nombre Agustín Zamarrón, ha dirigido el pleno durante las votaciones de los puestos de la Mesa, que ya está configurada y será, como se esperaba, de mayoría progresista.

Entre tanta tensión, las maneras de Zamarrón al frente del pleno, entre el rigor y el humor, quedan ya como un contrapunto de la crispación de después.

El Senado también ha deparado sorpresas, la primera en la Mesa, pues el PSOE ha arrebatado el puesto que en principio iba a ser del PP y ha recuperado la mayoría absoluta en este órgano.

Las miradas en la Cámara Alta se han dirigido a Römeva, quien ha prometido el cargo como «preso político» arropado por los doce senadores de ERC.

Sabedores de que les aguardan debates ásperos, Cruz y Batet han coincidido en sus intervenciones en pedir altura de miras. El primero ha abogado por hacer del Senado una «auténtica cámara territorial influyente».

Batet ha lanzado tres consignas: por un lado, ejercer la democracia sin «faltas de respeto»; por otro, que ningún partido se arrogue la «representación exclusiva» de España; y por último, la defensa de la constitucionalidad de la cámara. 

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