La Armada estudia cómo proteger los cables submarinos ante la amenaza rusa y el riesgo de sabotaje

El Estado Mayor de la Armada ha comenzado un estudio doctrinal para la protección de infraestructuras críticas submarinas, una iniciativa que se enmarca en la creciente preocupación por los riesgos híbridos y los escenarios de sabotaje marítimo.
Según la nota informativa a la que ha tenido acceso ESTRELLA DIGITAL, esta labor se desarrolla en coordinación con el Centro Nacional de Protección de Infraestructuras Críticas (CNPIC) y con empresas operadoras de cables submarinos de utilidad industrial (CUI), con el objetivo de identificar capacidades necesarias y planificar futuras adquisiciones.
La iniciativa se articula también en torno al mandato del grupo de trabajo intergubernamental constituido el 19 de noviembre de 2024, presidido por el Ministerio de Defensa y dependiente del Consejo Nacional de Seguridad Marítima. Este grupo tiene como misión principal evaluar los riesgos sobre infraestructuras marítimas y submarinas, y redactar un plan específico de vigilancia en los espacios marítimos de interés preferente.
La acción de la Armada se suma a las recomendaciones de la Unión Europea. El pasado febrero, la Comisión Europea publicó la Recomendación (UE) 2024/779 sobre la resiliencia de los cables submarinos, en la que se insta a los estados miembros a reforzar su coordinación en este ámbito. España está representada en el grupo de expertos creado por Bruselas a través de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales.
El informe de Seguridad Nacional advierte del riesgo de sabotaje en localizaciones críticas
El Informe Anual de Seguridad Nacional del Departamento de Seguridad Nacional identifica de forma expresa el riesgo de sabotaje a cables submarinos como un desafío estratégico. El documento subraya que estas conexiones (tanto energéticas como de datos) son esenciales para el funcionamiento del espacio digital europeo y para la estabilidad energética transfronteriza.
En concreto, el informe destaca que “la protección de los cables submarinos de telecomunicaciones resulta de gran interés geoestratégico”, al ser parte del entramado de infraestructuras críticas europeas junto al ciberespacio. Este análisis se alinea con la doctrina que la OTAN ha comenzado a implementar, mediante la creación del NMCSCUI (Centro de Coordinación para la Seguridad de Cables Submarinos), con sede en Bruselas y que alcanzó su capacidad operativa inicial el pasado mes de mayo.
Buques rusos en aguas españolas y mapeo submarino: una amenaza persistente
Tal y como publicó ESTRELLA DIGITAL hace unas semanas, más de medio centenar de buques y submarinos de guerra rusos han cruzado aguas de soberanía nacional desde el inicio de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, en febrero de 2022. Aunque el tránsito de estas embarcaciones se encuentra monitorizado por los sistemas de vigilancia naval de la Armada, expertos en infraestructuras críticas han alertado del peligro que representa su paso por zonas sensibles.
Entre los riesgos mencionados se encuentra el posible “mapeo submarino” de los cables, tanto de comunicaciones como de electricidad. “Si se perturbase estratégicamente la actividad de esos cables se podría obstaculizar una respuesta militar en caso de conflicto”, señalaron fuentes especializadas a este medio.
España cuenta con interconexiones eléctricas submarinas con Marruecos (por el Estrecho de Gibraltar) y con Baleares (proyecto Rómulo), consideradas clave para la seguridad energética. La cercanía de embarcaciones rusas a estas infraestructuras estratégicas ha hecho saltar las alertas en organismos nacionales e internacionales.
Coordinación con la OTAN y mayor vigilancia marítima
La OTAN ha intensificado su actividad en este terreno con nuevas herramientas como el software Mainsail, que permite detectar comportamientos anómalos en torno a cables submarinos. Asimismo, ha lanzado operaciones específicas como Baltic Sentry, centradas en vigilar zonas de riesgo potencial mediante aeronaves de patrulla marítima y unidades navales permanentes.
El impulso de la Armada española al estudio doctrinal de protección de las infraestructuras submarinas se produce en este contexto de creciente tensión internacional. También se enmarca en la cooperación transatlántica, reforzada con la firma de la Declaración de Nueva York, que promueve la colaboración entre Europa y Estados Unidos en defensa de las redes de comunicación submarinas.
Con este paso, España avanza hacia una mayor preparación frente a amenazas híbridas que, sin llegar a constituir una agresión militar directa, pueden tener un impacto estratégico severo en la seguridad nacional y en la estabilidad de los países aliados.