Elon Musk y la polémica de Colossus, ¿qué riesgos tiene la supercomputadora más potente del mundo?
Vecinos de Memphis alertan de posibles consecuencias para su salud tras la instalación de la supermáquina impulsada por Musk. El avance tecnológico más ambicioso del año llega acompañado de desconfianza ciudadana

La instalación de Colossus, la supercomputadora más potente del planeta, ha puesto a la ciudad estadounidense de Memphis en el centro del debate tecnológico global. El proyecto, respaldado por Elon Musk y vinculado a las operaciones de su compañía xAI (Inteligencia Artificial Extrema), promete revolucionar el desarrollo de IA. Sin embargo, esto ha generado malestar entre algunos vecinos, que temen por su salud y por los efectos colaterales de tener un gigante computacional como este operando a escasos metros de sus casas.
Según los impulsores del proyecto, Colossus tiene como objetivo acelerar el entrenamiento de modelos de inteligencia artificial de última generación. Con una potencia de procesamiento sin precedentes, la infraestructura requiere una enorme capacidad energética, miles de chips de alto rendimiento y sistemas de refrigeración avanzados. Precisamente ahí surgen las primeras dudas: ¿qué impacto ambiental tiene una máquina de este calibre? ¿Está la ciudad preparada para absorber esa carga tecnológica?
Colossus 2 will be the first Gigawatt AI training supercluster https://t.co/HPjEeqg3be
— Elon Musk (@elonmusk) May 20, 2025
Radiación, residuos y ruido, las inquietudes vecinales
Aunque los responsables aseguran que la instalación cumple con todas las normativas ambientales, varios colectivos ciudadanos de Memphis han expresado su preocupación por los efectos potenciales que el funcionamiento continuo de Colossus podría generar. Las dudas giran en torno a:
Emisiones electromagnéticas: algunos temen que el uso intensivo de componentes electrónicos de alta frecuencia pueda alterar la salud humana a largo plazo, pese a que no hay evidencia concluyente.
Residuos térmicos y agua caliente: la refrigeración por agua de este tipo de sistemas suele generar efluentes térmicos, lo que podría afectar al ecosistema local si no se gestiona con precisión.
Ruido constante: el funcionamiento de sistemas de ventilación y servidores de alta capacidad genera un zumbido permanente que, según los vecinos, se percibe claramente en zonas residenciales cercanas.
“No estamos en contra del progreso, pero queremos saber si nuestras familias corren algún riesgo”, declaraba una portavoz de la comunidad local en declaraciones recogidas por medios regionales.
La respuesta de Musk
Elon Musk, célebre por su empresas Tesla, SpaceX y ahora también X (antes Twitter), no ha respondido directamente a las críticas, lo que ha avivado aún más el clima de incertidumbre. Desde su entorno aseguran que Colossus es un avance crucial para el desarrollo de una inteligencia artificial general (AGI, por sus siglas en inglés) y que el impacto en el entorno está plenamente controlado.
Sin embargo, la falta de transparencia con respecto a los estudios de impacto ambiental y sanitario ha encendido las alarmas. Algunos incluso señalan que se está repitiendo el patrón de “avanzar primero y preguntar después”, algo que ha sido habitual en otras iniciativas de Musk a lo largo de su carrera.
Lo cierto es que Colossus marca un antes y un después en la historia del procesamiento informático. Con esta infraestructura, Musk pretende acortar drásticamente los tiempos de entrenamiento de sus modelos de IA, lo que le daría una ventaja competitiva frente a gigantes como Google, Microsoft o Meta.
Pero como ya ha ocurrido con otras innovaciones disruptivas, la velocidad del progreso tecnológico suele ir por delante de la regulación y el consenso social. Y esa es, precisamente, la grieta por la que se están colando el miedo, la desinformación y la protesta.
La gran incógnita es si la ciudad de Memphis está dispuesta a pagar el precio de convertirse en el campo de pruebas de la inteligencia artificial del futuro.