RD del Congo al borde del colapso: más de un millón de desplazados este año por la violencia del M23

La República Democrática del Congo vive una de las peores crisis humanitarias del mundo, silenciada por la inercia internacional. En el este del país, donde las provincias de Kivu Norte, Kivu Sur e Ituri se han convertido en escenarios de guerra, el avance del grupo armado M23 (Movimiento 23 de marzo) ha forzado el desplazamiento de más de un millón de personas solo en lo que va del año y 4,6 millones desde 2022.
La ciudad de Sake, a las puertas de Goma, es un símbolo de la catástrofe. Allí, Damien Mama, representante residente del Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD), ha relatado el drama de una madre con cinco hijos que lo perdió todo cuando los rebeldes arrasaron su aldea en enero. “Le dieron comida y un refugio temporal, pero lo que ella necesita es recuperar su granja, su sustento, su hogar”, explica.
Esta historia no es aislada, se suma a la de cinco millones de personas más que sobreviven en condiciones precarias en campos de desplazados, en un entorno donde las enfermedades como el cólera, la viruela polínica y el sarampión se extienden con rapidez debido al hacinamiento y la falta de servicios básicos.
Economía paralizada y mujeres bajo asedio
A la crisis humanitaria se suma un colapso económico regional, con bancos cerrados, empresas destruidas y un tejido productivo que hoy opera por debajo del 30% de su capacidad. “La economía ha sufrido mucho”, afirma Mama. “Si no reactivamos las pequeñas empresas y no apoyamos a los jóvenes y mujeres con iniciativas generadoras de ingresos, no habrá recuperación posible”.
El drama adquiere un tono aún más oscuro al considerar la violencia sexual como arma de guerra. En abril, UNICEF alertó que, durante los picos del conflicto, un niño fue violado cada media hora. Las mujeres y niñas, en particular, enfrentan niveles de violencia sexual que Naciones Unidas califica de “alarmantes”.
Reconstrucción o colapso
El PNUD ha lanzado un plan de emergencia para los próximos cinco meses, que busca crear al menos 1.000 empleos, rehabilitar infraestructuras básicas y beneficiar a 15.000 personas. Para ello, se requieren 25 millones de dólares. Hasta ahora, han conseguido 14 millones gracias al apoyo de Corea del Sur, Canadá, Reino Unido y Suecia, pero aún faltan 11.
“La situación no puede esperar. No estamos hablando solo de ayuda humanitaria, sino de dar herramientas a las personas para que vuelvan a tener control sobre sus vidas”, concluye Mama desde la zona afectada.
Mientras tanto, los esfuerzos diplomáticos para frenar el avance del M23 continúan, pero en las aldeas arrasadas y los campos de desplazados, la espera se mide en hambre, miedo y desesperanza.