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Irán amenaza con cerrar el Estrecho de Ormuz: ¿qué repercusiones tiene para los consumidores?

El Parlamento iraní ha aprobado una moción para bloquear este paso clave del comercio global, pero su aplicación depende del Consejo Supremo de Seguridad; el impacto alcanzaría al gas, a la gasolina y a los precios de la energía, pero también al precio final de productos alimenticios, industriales y tecnológicos
Los buques multipropósito que abastecen a los países del Golfo operan con márgenes estrechos y son “especialmente sensibles a los aumentos de costes o demoras”. (Imagen: Drewry).
Los buques multipropósito que abastecen a los países del Golfo operan con márgenes estrechos y son “especialmente sensibles a los aumentos de costes o demoras”. (Imagen: Drewry).

Irán ha vuelto a colocar al mundo ante un punto crítico. El Parlamento del país ha aprobado este domingo 22 de junio una moción que plantea el cierre del Estrecho de Ormuz, una de las rutas más sensibles del comercio marítimo internacional. La propuesta se produce en respuesta al reciente ataque aéreo de Estados Unidos contra instalaciones nucleares en territorio iraní.

Sin embargo, la medida no está aún en vigor. Para ser efectiva, debe contar con la aprobación del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, presidido por el líder supremo Alí Jameneí, que no ha hecho pública su posición. El general Esmail Kosari, miembro de la Comisión de Seguridad Nacional, ha asegurado que “hay consenso” en favor del cierre, pero también ha subrayado que “la decisión final la tomará el Consejo”.

A pesar de ello, el anuncio ha disparado las alarmas en los mercados energéticos y logísticos. La posibilidad de que el estrecho se bloquee ya se deja sentir en el transporte de gas, petróleo y mercancías, y podría afectar directamente al bolsillo de los ciudadanos a nivel mundial.

Un corredor vital para la energía y el comercio

El Estrecho de Ormuz conecta el Golfo Pérsico con el mar de Omán. Por sus aguas pasa cerca del 20 % del petróleo y el 21 % del gas natural licuado (LNG) que se comercia a nivel global, especialmente desde Qatar y Emiratos Árabes Unidos.

Pero no sólo está en juego la energía. También transitan por este paso buques de carga general, maquinaria pesada, productos químicos y bienes de consumo. Según la consultora británica Drewry, especializada en transporte marítimo, “cualquier interrupción del tránsito por Ormuz tendría un impacto inmediato sobre la cadena logística mundial y el suministro de bienes esenciales”.

También advierten desde Drewry de que, aunque el estrecho sigue operativo, el clima de tensión ya ha provocado reajustes de rutas, aumento de costes de los fletes y preocupación entre armadores y operadores de carga.

Qué consecuencias tendría para los ciudadanos

Si el Consejo iraní autorizara el cierre, los efectos serían rápidos. Para empezar, el precio del gas licuado se dispararía, lo que podría traducirse en un encarecimiento del recibo de la luz, la calefacción o el aire acondicionado, especialmente en países importadores como España.

También aumentaría el coste de la gasolina y del transporte marítimo, lo que impactaría en el precio final de productos alimenticios, industriales y tecnológicos. Como apuntan desde Drewry, los buques multipropósito que abastecen a los países del Golfo operan con márgenes estrechos y son “especialmente sensibles a los aumentos de costes o demoras”.

Un bloqueo prolongado elevaría la inflación global y podría obligar a los bancos centrales a tomar medidas. Según los analistas de la consultora, las primas de seguro por cruzar la zona ya oscilan entre el 0,05 % y el 0,07 % del valor del buque, y podrían subir en cuestión de días si la amenaza se materializa.

¿Y ahora qué?

A día de hoy, el Estrecho de Ormuz no está cerrado. La moción del Parlamento tiene carácter político, pero carece de efectos prácticos sin la ratificación del Consejo Supremo.

Aun así, ha sido interpretada como una señal clara de que Irán está dispuesto a usar su poder sobre esta ruta como herramienta de presión geopolítica. En paralelo, Estados Unidos ha advertido de que un cierre sería “un suicidio económico para Irán”, y ha instado a China a intervenir, dado que es uno de los principales importadores de petróleo y gas por esa vía.

Mientras tanto, las navieras comienzan a valorar rutas alternativas, más largas y caras, y los gobiernos observan con cautela una amenaza que podría alterar el mapa energético mundial y, con él, el día a día de millones de ciudadanos.

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