Premios Aurelio 2012

En el rico y amplio panorama cultural de ese Madrid, a veces, un tanto desconocido, hoy quiero detenerme en un lugar sorprendente, debido a la importancia que ha tenido a lo largo de la historia para el desarrollo y evolución del arte en España. Se trata de la Escuela de Artes y Oficios de la Palma, sita en la castiza calle del mismo nombre.
Hacer un breve repaso por los nombres de algunos de los profesores más destacados desde que este centro comenzara su singladura allá por el siglo XIX, no hace sino constatar lo dicho más arriba: Mateo Inurria, Ángel Ferrant, Marceliano Santa María, Cristino Mallo, Pérez Comendador, los hermanos Julio y Francisco López y un largo etcétera.
Otro tanto podemos añadir si referimos los alumnos que han pasado por sus aulas, personajes todos ellos sobradamente conocidos por el buen aficionado a las bellas artes, tales como Manolo Hugué, Juan Gris, Gregorio Prieto, Pablo Gargallo o Moisés Huerta.
Hoy como ayer, esta Escuela, a la par con tantas otras dedicadas a los tradicionalmente conocidos como Artes y Oficios, sigue formando a jóvenes, y no tan jóvenes, inquietos por el saber hacer del arte y la artesanía; y esto es precisamente lo que podemos ver en la sala de exposiciones del centro de la calle de la Palma.
Los galardones Aurelio Blanco, surgidos con la finalidad de premiar los mejores proyectos fin de curso de los diferentes ciclos formativos impartidos en los distintos centros de Madrid, nos ponen ante una serie de trabajos que destacan por su creatividad y, sobre todo, por una palabra que inexplicablemente ha parecido caer en desuso o ser políticamente incorrecta cuando al Arte nos referimos, el oficio.
En efecto, estos alumnos muestran y demuestran tener oficio, han adquirido el vocabulario básico para, a partir de él, dar rienda suelta a la sintaxis de su impresionante creatividad.
La diversidad de los trabajos presentados, entre los que podemos encontrar proyectos dedicados al ámbito de la moda, la ilustración, el escaparatismo, la joyería y platería, el mobiliario o los esmaltes, nos pone ante unas enseñanzas que, adaptándose a los gustos y necesidades de nuestros días saben, sin embargo, conjugar la tradición con las exigencias y querencias del hombre contemporáneo.
Son, todos ellos, proyectos cuidados, que miman los materiales, donde existe un evidente diálogo entre arte y utilidad, entre técnica y materia, enseñándonos a ver y comprender mejor el arte.