El Gordo (se) canta en el Real

No se trata del tópico que atribuye grandes dimensiones a los divos de la ópera. Eso ha pasado a la historia. Actualmente cantantes como Juan Diego Flórez, Rolando Villazón o los triunfadores de la inauguración de La Scala: René Pape y Jonas Kaufmann, lucen cuerpos que para sí quisieran algunos futbolistas.

El asunto es otro y supongo que ya lo saben. El Ayuntamiento de Madrid, en plena huida hacia adelante, ha decidido que su Palacio de Congresos no era seguro y en vez de arreglarlo, ha decidido destrozar su imagen y de paso arruinar una empresa municipal, lo cual, sin duda, se arreglará merced a nuestros impuestos. Allí se celebraba el Sorteo de Navidad o los Premios Goya. No importa. Lo suyo es prohibir y no arreglar.

Así los señores de Loterías han buscado otro refugio y han acertado plenamente: El Teatro Real.

Sigilosamente el público va abandonando durante las dos horas largas, larguísimas, que dura esta muestra de "flamenco roto"

Este teatro necesitaba un respaldo así. En este otoño, principio de la temporada en el Real, se ha producido un estimable hecho: Boris Godunov e inquietantes acontecimientos de los cuales ya les hemos ofrecido nuestra opinión. Desde Moisés y Aarón, hasta Macbeth.

En estos días se representa el Ballet "Lo Real" debido a la Compañía de Israel Galván (Sevilla 1973), que trata sobre la represión sufrida por la etnia gitana durante el nazismo y en consecuencia en los terroríficos campos de concentración. Opino que hago bien en explicar la temática, pues sin esta información previa, por muy alto que tengan ustedes el coeficiente intelectual, tal vez no entenderían gran cosa de este espectáculo. Lo cual no es un buen principio y tal vez la causa de que sigilosamente el público vaya abandonando durante las dos horas largas, larguísimas, que dura esta muestra de "flamenco roto".

Con estos antecedentes, el hecho de culminar el fatídico año 2012 con éxito de público y un elenco de cantantes debidos al Colegio de San Ildefonso, debe haber caído en el Real como agua de Mayo.

No me extraña.