El Zaragoza destituye a Marcelino
El técnico, que fue contratado tras el descenso hace dos temporadas después de haber logrado la mejor campaña de su historia en su anterior equipo, el Racing de Santander, al que llevó al sexto puesto y, por consiguiente, a disputar por primera vez en su historia competición continental, se marcha por la puerta de atrás cuando llegó a Zaragoza como principal golpe de efecto del propietario del club, Agapito Iglesias, para regresar a Primera División.
El máximo accionista del Real Zaragoza lo convirtió en el segundo entrenador mejor pagado del fútbol español, por detrás del madridista Bernd Schuster, colocándolo al nivel de los grandes técnicos internacionales.
Sin embargo, el esfuerzo económico por hacerse con sus servicios para que devolviera al equipo a la máxima categoría no tuvo continuidad en la plantilla, circunstancia que empezó a fraguar las diferencias entre el entrenador y la cúpula directiva.
El proyecto que se le vendió al técnico de Careñes era una plantilla de garantías para el retorno a Primera División y, una vez en ella, un equipo para luchar por puestos europeos. Marcelino comprobó, para su desgracia, cómo las palabras se las llevó el viento.
La baladronada de Agapito Iglesias tras el descenso, señalando a bombo y platillo que estaba dispuesto a poner todo el dinero que hiciera falta y que no tenía la necesidad de vender a ningún jugador para garantizar el futuro de la entidad duró poco tiempo, el justo para comprobar que uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras.
La ilusión que le habían vendido al técnico, que se sintió engañado, se vino abajo como un castillo de naipes tras un ligero soplo al comprobar cómo sucesivamente abandonaron la plantilla sus joyas, Diego Milito, Sergio García y Ricardo Oliveira.
Marcelino había dicho que con los tres el ascenso era seguro, con dos se complicaba algo más la cosa y que sin ellos se hacía muy difícil.
A pesar de ello, y con sustitutos de mucha menor enjundia, el Real Zaragoza retornó a Primera División con una plantilla muy justa de efectivos.
Una plantilla desequilibrada
Tras la decepción que le produjo la postura de los dirigentes zaragocistas, Marcelino sabía que la posibilidad de confeccionar una plantilla que tuviera como meta regresar a Europa en la actual temporada era una utopía debido a los problemas económicos que atraviesa la entidad y al poco interés de los dirigentes en reforzar el equipo.
El entrenador asturiano tuvo que aceptar a principio de la actual campaña la presencia de cuatro jugadores que deseaba haber traspasado (Paredes, Pulido, Songo'o y Pavón) a los que se unía también Ewerthon.
En un principio sólo se registró una llegada para esta línea, la del serbio Ivan Obradovic al que sus misteriosas dolencias prácticamente le han impedido jugar en todo lo que se lleva de temporada.
Posteriormente llegó un Pablo Amo del que ya se conocía su facilidad para lesionarse, algo que por desgracia se ha confirmado.
Para las demás líneas sólo el colombiano Abel Aguilar y Ángel Lafita se están mostrando como jugadores de garantías porque el inglés Jermanie Pennant, que llegó con fama de buen jugador, tanto como de díscolo y juerguista, no acaba de convencer a pesar de que nadie le niega su clase.
Al serbio Marko Babic prácticamente se le recuperó del paro, mientras que el meta argentino Juan Pablo Carrizo empezó de titular y ha terminado en el banquillo.
La duda está en qué hubiera pasado si no se hubiera lesionado de gravedad el nigeriano Ikechukwu Uche, único delantero referencia del equipo y para el que el club no ha querido buscar un sustituto, a pesar de la solicitud de Marcelino, hasta curiosamente el día de su destitución, tal y como dijo ayer el presidente zaragocista.
Las lesiones, además, se han cebado en la plantilla de manera reiterada, especialmente en la delantera, impidiendo la continuidad de cualquier formación, algo clave para el acoplamiento de los jugadores.
Además, el resto de la plantilla no ha logrado dar su mejor nivel por lo que la situación se ha complicado hasta que el equipo se ha situado al borde del descenso.
Críticas hacia el palco
Sin embargo, se da la curiosa circunstancia de que si se viaja por los foros zaragocistas para pulsar la opinión de los aficionados Marcelino no es señalado como el principal culpable de la situación en la que se encuentra el club, sino que en ellos se apunta hacia la cúpula dirigente: el máximo accionista Agapito Iglesias, el presidente Eduardo Bandrés, el director general Gerhard Poschner, que el pasado martes aseguraba que no había ningún tipo de ultimátum a Marcelino para el partido frente al Athletic, el director deportivo, Antonio Prieto, y el secretario técnico, Pedro Herrera, que ha sobrevivido a los dos últimos descensos.
Ésto se confirmó el sábado en el partido, cuando la afición dedicó la mejor ovación de la noche al técnico y coreó en muchos momentos del partido "Marcelino sí, directiva no".
La ausencia de fichajes de calidad y el mal resultado dado por la mayoría de las nuevas incorporaciones son los puntos clave que los internautas apuntan como causas de la situación y de las que responsabilizan a los dirigentes.
La destitución de Marcelino abre ahora la incógnita de si va a servir para algo. En la mente de la afición zaragocista está bien presente lo ocurrido hace dos campañas en el último descenso, en el que pasaron por el banquillo cuatro entrenadores (Víctor Fernández, Ander Garitano, Javier Irureta y Manolo Villanova) para que ninguno consiguiera reanimar a un muerto viviente durante muchas jornadas que acabó en el pozo de la Segunda División por los errores de todos los estamentos del club y en el que el único que dimitió fue Miguel Pardeza.