Última hora

Prohibido distraer al conductor

La Dirección General de Tráfico debe tener un departamento  que estudia los comportamientos humanos y en función de ellos emite normas de obligado cumplimiento ya que la Guardia Civil se encarga de su vigilancia e incluso dicta penas pecuniarias si son incumplidas.

Estas normas pueden obligarte a comprar utensilios como chalecos, cinturones triángulos o auténticas cápsulas espaciales para que los niños viajen. Todo ello en un plazo de tiempo que generalmente va en contra de la relación oferta-demanda.

Luego está lo de las prohibiciones, ya que un organismo que no se puede permitir prohibir, ni es organismo ni es nada. Que conste que todo lo hacen por nuestro bien. Lejos de mi pensamiento el imaginar que consiguen algún placer o autoafirmación en ello: La telefonía móvil o los GPS son las primeras víctimas de esta política. Todo ello bajo la idea de que son causas de distracción del conductor. Ahora se rumorea que también se puede prohibir el consumo de tabaco pero no por causas de salud como en otros lugares, sino por ser también posible causa de distracción.

Ahí entramos en un amplio campo: el de la distracción, que con mi mejor intención y espíritu positivo paso a comentar por si puede ser de utilidad.

Soy un veterano conductor y tengo claro que es lo que me distrae: en primer lugar el panorama en general; los variados paisajes de nuestra tierra, los amaneceres y atardeceres, los arcos iris, las señales de tráfico y los coches que nos adelantan. Las catedrales y edificios singulares, algunos escaparates, los peatones y las peatonas.

Todo ello es casi imposible prohibirlo, aunque tal vez se pueda encontrar una solución.

También me distrae muchísimo la radio. Aunque opino que prohibir dicho medio de comunicación sería atentar a la libertad de expresión, es decir: un derecho constitucional. Ahí el tema está chungo.

Pero, de verdad, a mí lo que más me distrae son los pasajeros. Si tengo la suerte de que estos sean amenos, la distracción está asegurada. Si cuentan chistes que me producen carcajadas, estas son peligrosísimas. Si la conversación es serena y analizas los argumentos, el grado de distracción puede llegar a superar la tasa de despiste que se disponga. En el caso de que los pasajeros sean un muermo, el aburrimiento, mezclado con el mal humor y el sopor, me producen un grado de desesperación que no solo me distrae, sino que me incita a realizar el hipotético crimen perfecto, lo cual obliga a cierto ejercicio de imaginación que por cierto distrae cantidad.

Por todo ello y siempre con la mejor intención, sugiero que se prohíban los pasajeros como causa primera de distracción. Es una idea que espero, vean en ella mi mejor voluntad ante este Siglo XXI en el cual, vía prohibiciones y multas, encontraremos, sin duda, la perfección más absoluta.

Paco Fochs

Comentarios