El acto de Durango
El asesinato, incluso aquél que pretende pasar a las páginas negras de la Historia revestido de "hecho político", sigue siendo un crimen. Ningún ciudadano honrado debería arropar a quienes tienen su biografía marcada por hechos terroristas; ninguna sociedad democrática, respetuosa de los Derechos Humanos, puede rendir homenaje a quienes han segado vidas justificando los asesinatos bajo el pretexto de allegar objetivos políticos. Sirve el preámbulo a cuenta de la suspicacia con la que la opinión pública otea las circunstancias que rodean un acto convocado por la plataforma abertzale de presos (EPPK) en Durango (Vizcaya), acto en el que van a participar algunos de los etarras recién excarcelados tras la aplicación de la sentencia de Estrasburgo que tumbaba la aplicación de la llamada "doctrina Parot".
Ningún ciudadano honrado debería arropar a quienes tienen su biografía marcada por hechos terroristas
Al hilo de esa suspicacia, Dignidad y Justicia, asociación de víctimas del terrorismo etarra, emplaza a las autoridades para que dispongan los medios necesarios para evitar que el mencionado acto derive en homenaje a los terroristas y a su causa. Sería un escarnio insoportable. Un escarnio que debe evitarse en nombre de la decencia democrática y en cumplimiento de la ley que sanciona el enaltecimiento del terrorismo.
Por lo que sabemos hasta la fecha no cabe abrigar grandes esperanzas de que el medio centenar de excarcelados demuestren arrepentimiento, decidan colaborar con la Justicia para aportar información acerca de 300 atentados todavía pendientes de esclarecer y pidan perdón por el inmenso dolor causado. Perdón por haber arrebatado alevosamente la vida de tantas personas. Los excarcelados tienen derecho a rehacer sus vidas, pero visto el perfil fanático que definen los hechos por los que fueron condenados, los poderes públicos -en este caso la "Ertzaintza, la Audiencia Nacional y la Fiscalía- deberían estar vigilantes para impedir que los reunidos en Durango puedan burlarse de sus víctimas cambiando el sentido de la Historia.
No cabe abrigar grandes esperanzas de que el medio centenar de excarcelados demuestren arrepentimiento
Burlarse, haciendo pasar a las víctimas por verdugos cuando a lo largo de los últimos cuarenta años, millones de españoles hemos sido testigos de los crímenes de los etarras y de su empecinado intento para hacer descarrilar el sistema democrático.
Fermín Bocos