Diecinueve tamborradas sin Gregorio
Hace diecinueve años, un asesino malnacido de ETA esperaba a la hora de comer a Gregorio Ordóñez, concejal donostiarra y presidente del Partido Popular de Guipúzcoa, en el bar La Cepa, situado en la parte vieja de San Sebastián, para descerrajarle dos tiros en la cabeza.
La banda terrorista ETA asesinaba, como a tantos otros inocentes en este país, a un padre de familia que dejaba viuda y un niño de poquísimos años. Mataba a un politico valiente, honrado y sin pelos en la lengua, que se enfrentaba siempre a los terroristas a pecho descubierto y les cantaba las cuarenta a los etarras, cosa que muy pocos hacían por aquel tiempo.
Gregorio les molestaba porque decía en público lo que pensaban la mayoría de los vascos sobre ETA, pero que no se atrevían a decir en voz alta
ETA le asesinó porque Gregorio les molestaba, porque decía en público lo que pensaban la mayoría de los vascos sobre ETA pero que no se atrevían a decirlo en voz alta. Y lo mataron porque sabÍan que con el apoyo mayoritario se los ciudadanos donostiarras iba a ser el próximo alcalde de San Sebastian por aquél tiempo, como señalaban todas las encuestas.
De Gregorio Ordóñez se han dicho y se siguen diciendo muchas cosas, la hemeroteca está llena de frases, discursos y opiniones suyas, pero los que conocíamos a Gregorio sabemos que había una cuestión en politica que para él superaba a todo lo demás: su amor a su ciudad de San Sebastián y su empeño en volcarse en solucionar los problemas reales de los ciudadanos donostiarras.
No existían horas suficientes en el día para el trabajo que desplegaba Gregorio Ordóñez en el ayuntamiento donostiarra. Era quien llegaba el primero y marchaba el último de sus dependencias a diario. El amor a su ciudad lo transmitía en todas sus expresiones, y una de ellas era vivir la fiesta, la tamborrada de San Sebastián cada año. Quiero recordar que a su última tamborrada, un par de días antes de ser asesinado, Gregorio consiguió llevar a José María Aznar, en aquel tiempo jefe de la oposición, como invitado de honor a la cena de una de las sociedades y le colocó el sombrero de cocinero, ataviándole y haciéndole partícipe de la fiesta donostiarra.
Pero volvamos a nuestros días, han pasado ya diecinueve tamborradas desde el asesinato de Gregorio, y comprobemos cómo se encuentra la ciudad. Hoy degraciadamente San Sebastián está gobernada y dirigida por los que brindaron por el asesinato de Gregorio Ordóñez.
Hoy degraciadamente San Sebastián está gobernada y dirigida por los que brindaron por el asesinato de Gregorio Ordóñez
Son los proetarras, con su chulería habitual, los que hacen y deshacen desde el Ayuntamiento. Ellos fueron la opción más votada las últimas elecciones municipales, pero entre otras cosas no olvidenos que están gobernando aunque son minoría, porque el PNV que siempre está dando balones de oxígeno a los radicales. Se negó a juntar sus votos con populares y socialistas para despojar de la alcaldía a los que se niegan a condenar el terrorismo, es decir, al brazo político de los asesinos.
Los proetarras de la izquierda abertzale han hecho de Donostia una herriko taberna. Sólo hay que presenciar cómo estaba la plaza de la Constitución la media noche de la víspera de San Sebastián.
El alcalde proetarra Izaguirre facilitó un año más la politización de la fiesta en manos etarras. Se negó a colocar un dispositivo especial de la policía municipal para que no apareciesen los carteles de los presos etarras. Al revés, se veían más pancartas mostrando la apología del terrorismo que cemento de la plaza y permitieron a los familiares de los presos con las fotos de los criminales subirse al estrado mientras los barriles y tambores tocaban los sones de la marcha de Sarriegui, ofendiendo e hiriendo a las víctimas del terrorismo.
Atrás quedaron los tiempos donde los nacionalistas dejaron de gobernar el País Vasco porque los ciudadanos con sus votos les enviaron a la oposición, y las calles volvieron a ser de los ciudadanos y no de los acólitos de los terroristas.
Y atrás quedaron los tiempos donde el gobierno de turno no nacionalista no permitía que esas pancartas y pintadas proetarras ofensivas ensuciaran nuestras calles y plazas, enviando a la ertzaintza a descolgarlas y retirarlas.
El nacionalismo, unos por acción y otros por omisión, han vuelto a "engalanar" nuestros pueblos con los lemas del régimen del miedo y el terror.
Hoy en San Sebastián los homenajes oficiales de las autoridades se organizan para agasajar a los verdugos, en los presupuestos de la ciudad se recogen partidas para beneficiar a familiares de presos y organizaciones satélites proetarras. Y, por si fuera poco, el alcalde de la ciudad se pone a la cabeza de la manifestación para desegregar una parte de la ciudad como es Igeldo, favoreciendo referendums que sean prototipos de futuras consultas independentistas.
San Sebastián, como muchos municipios vascos y navarros, se ha convertido en refugio para la estrategia del proceso etarra, esa estrategia de poder político que los propios terroristas subrayaban en su último comunicado.
Gregorio Ordóñez decía por activa y pasiva, que "ningún privilegio para ETA". Sobran las palabras cuando contemplamos la realidad.
Y algunos diciendo que ETA ha sido vencida... Pues pasen y vean.
Carlos Iturgaiz