A tanai le queda Birmania
El primer español nacido en 2014 pudiera no tenerlo muy claro: su madre es catalana, su padre vasco y le han puesto el nombre de un pueblo de Birmania. A Tanai, que así se llama la criatura, no es que una de las dos Españas pueda, en el futuro, helarle el corazón, sino que podrían helárselo varias, las vasca, la catalana y la que figura en los papeles, y que andan entre ellas, sobre todo la primera y la segunda respecto a la tercera, algo levantiscas y revueltas. De momento, a éste niño de Tarragona nada le hiela, pues sus padres le calientan con sus cuidados, pero si andando el tiempo la cosa se pone chunga, siempre le quedará Birmania, el norte de Birmania más exactamente, Tanai, donde es improbable que llegue ni el eco de nuestras movidas.
El pobre Tanai ha caído aquí, y su inocencia absoluta le preserva, momentáneamente, del conocimiento de las características del lugar
Pero el pobre Tanai ha caído aquí, y su inocencia absoluta le preserva, momentáneamente, del conocimiento de las características del lugar, casi todas ellas emparentadas, en las alturas, con la corrupción, el trinque, la sirla institucional, el cohecho, la estafa, el expolio de los bienes nacionales, la malversación y el bandidaje de terno azul y corbata. Podía haber nacido Tanai cuando en las Cajas de Ahorros hoy nacionalizadas sus directivas urdían la manera de llevarse hasta el último céntimo, o cuando, como en el caso de la de Madrid, conspiraban para apoderarse mediante argucias y trampas del Canal de Ysabel II, pero ha nacido ahora, cuando ya se lo llevaron todo (el Canal no les dio tiempo) y al juez que entendía en el caso se lo han cepillado, y hasta le quieren meter en la cárcel, por entenderlo demasiado. Pobre Tanai, que llega de nuevas a un país regido por la podre.
Confusión no ya de lenguas, ni de Españas, sino de los principios básicos del bien y del mal
También podría Tanai haber aterrizado en éste basural cuando el gerente y tesorero del partido que gobierna, si es que a implantar la ley de la selva puede llamársele gobernar, repartía, cual se presume judicialmente y cual el propio repartidor asegura, sobres llenos de dinero negro, sucio, a diestro y siniestro, pero ha llegado ahora, con las campanadas que han inaugurado el 2014, cuando, descubierto el pastel, las instituciones más pútridas del Estado se enfangan en la imposible y obscena acción de ocultarlo. Pobre Tanai, a qué sitio ha llegado, a qué confusión no ya de lenguas, ni de Españas, sino de los principios básicos del bien y del mal. Siempre, eso sí, le quedará Birmania, el norte de Birmania más exactamente.