viernes, abril 26, 2024
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La nostalgia del respeto institucional

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Agustín Vinagre Alcázar
Agustín Vinagre Alcázar
Agustín Vinagre Alcázar Diputado Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid. Presidente de la Comisión de Presupuestos y Hacienda

La Constitución de 1978 estableció no solo el modelo de relación entre los españoles y españolas sino que, además, dentro de su marco se crearon una serie de instituciones que apuntalaban todo ese incipiente edificio que constituye nuestro actual modelo de Estado sustentado en nuestra Carta Magna. Estas instituciones y las relaciones de respeto que entre las mismas se establecen resultan indispensables para el normal funcionamiento de nuestro marco constitucional y por tanto de nuestra democracia.

Sin embargo, estamos viviendo hoy en día algunas situaciones, desgraciadamente cada vez con más frecuencia, que resultan inasumibles para todos aquellos que concebimos el respeto a las instituciones como un elemento indispensable para nuestra democracia, con independencia del partido que circunstancialmente las gobierne. Muchos pensamos que aquel bochorno que vivimos en el que una funcionaria impedía el acceso a la tribuna en la celebración del día de la Comunidad de Madrid al Ministro de la Presidencia y Memoria Democrática, se quedaría en un mal recuerdo, pero tristemente comprobamos que no es así. 

Asistimos en la última semana al enésimo choque institucional entre el Gobierno de España y la Comunidad de Madrid desde que Isabel Díaz Ayuso llegó a la presidencia de esta última. En esta ocasión se zarandean las normas básicas del respeto institucional a cuenta del protocolo institucional de los actos oficiales. La Comunidad de Madrid, en una decisión inaudita, ha decidido no trasladar la invitación que tradicionalmente envía al ministro de Política Territorial para asistir al acto de celebración de la Constitución que celebra cada año. La razón que esgrimen, peregrina donde las haya, es que el Gobierno de España no ha invitado a Díaz Ayuso a la inauguración de la línea de AVE entre Madrid y Asturias. Se olvidan precisar desde la institución madrileña que lo que se inauguraba era el tramo que une León con Oviedo, que como cualquiera con unos mínimos conocimientos en geografía patria sabe poco tienen que ver con Madrid. Habla el Gobierno regional, además, de “vetos insistentes” a la presidenta de la Comunidad en diferentes actos. Quizás les traiciona el subconsciente cuando hacen esa afirmación, recordando lo que cada semana vivimos y sufrimos la oposición en la Comunidad de Madrid, cuando nos enteramos por la prensa de innumerables actos y eventos a los que no podemos asistir como representantes de los madrileños y madrileñas porque sencillamente no se nos invita. Se olvidan de que no todos somos iguales, ni hacemos lo mismo.

Pero aun cuando fueran ciertas esas supuestas ofensas, ¿son razón suficiente que explique semejante decisión por parte de la Comunidad de Madrid? ¿Acaso la búsqueda de la notoriedad y del rédito electoral a través de la confrontación institucional justifica la desconexión ente las instituciones, la degradación de estas y por tanto de nuestra democracia? No, rotundamente no. Soló desde el respeto y el diálogo se dignifican nuestras instituciones y se consolida nuestra democracia.

La Presidenta de la Comunidad de Madrid parece pensar que ese “show” es rentable desde un punto de vista partidista. Considera tal vez que este juego de permanente confrontación en el que se degradan las instituciones le favorece, sin pararse a pensar que daña a la democracia y va en contra el espíritu de esa Constitución que tanto dice querer defender. Deberían resonar en la cabeza de Isabel Díaz Ayuso las palabras del fundador de su partido, Manuel Fraga Iribarne, cuando en los debates constituyentes decía: “Merezcamos, en esta hora trascendente de España, el dictado de servidores leales del bien común, superadores de la tentación demagógica de pensar más en la próxima elección que en la generación siguiente.” Toda la demagogia del mundo no sirve para construir un país, hacerlo avanzar y prosperar, y no eres un servidor del bien común si denigras las instituciones, sobre todo si las ostentas, buscando un beneficio personal o partidista.

Las instituciones son las piedras angulares del Estado. Por eso es fundamental para la buena salud de nuestra democracia que todos los ciudadanos y ciudadanas las respeten y crean en ellas. Si quienes tienen la responsabilidad de representarlas deciden no hacerlo, lo único que conseguiremos será que se denigren tanto que nadie crea en ellas. Merecemos servidores públicos leales del bien común, como decía Fraga, y no gente que trate de patrimonializar las instituciones. Debemos normalizar la vida pública, los cargos institucionales deben asistir a los eventos que les corresponden según sus responsabilidades, pero sobre todo debemos dignificar las instituciones porque, si no, perderemos todo lo que hemos avanzado como sociedad, y solo nos quedará una democracia de baja calidad y una nostalgia de aquellos días en los que uno de los pilares de la democracia era el respeto institucional.

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