sábado, abril 20, 2024
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Diada

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El próximo domingo 11 de septiembre, Cataluña celebra el día de su Festividad. Todos los pueblos, ciudades y comunidades autónomas que conforman el conjunto de la nación española, celebran tradicionalmente sus festividades a lo largo del calendario anual, en honor a un Patrón o Patrona o a un acontecimiento histórico que enaltece la valentía, el honor, o el sacrificio de los vecinos que en su día protagonizaron tal hazaña y que hoy, es recordada por sus descendientes con orgullo y emotividad. 

La fiesta de la Diada en Cataluña se ha convertido, por el contrario, en una “fiesta nacional” para los separatistas catalanes, que utilizan la efeméride como arma arrojadiza contra España y contra todo aquello que “lo español” representa; es decir: represión, asfixia, control… El propio Estatuto de Autonomía catalán de 2006 declara en su artículo primero que “Cataluña definida como nacionalidad, tiene como símbolos nacionales la bandera, la fiesta y el himno”. Naturalmente, la fiesta, es la Diada que se celebra el 11 de septiembre, como establece su artículo 8.3. 

El próximo domingo, un año más, la Generalitat y el Parlamento Catalán (con mayoría independentista) volverán a manipular la historia, haciendo de la Diada un acto ofensivo y cargado de desprecio hacia España, en el que primen el odio y el enfrentamiento, en lugar de ser una celebración de confraternidad y, sobre todo, constructivo para la sociedad catalana. 

La anulación de decisiones de la Generalitat o del Parlament que es la vía legal y constitucional a la que debemos acogernos, ya no resulta disuasoria para terminar con el desafío nacionalista, y resulta más que evidente que Carles Puigdemont está aprovechando la situación política de parálisis en que está sumida nuestro país para redoblar su chantaje al Estado español.

Precisamente por ello, y porque no se puede permitir el envalentonamiento de las provocaciones, la rebeldía y la insumisión a las leyes que rigen al conjunto de los españoles, con nuestra Carta Magna a la cabeza, es por lo que se hace inevitable la contundencia de las actuaciones contra los planes de “desconexión”, como la actuación penal contra la presidenta del Parlamento Catalán, Carme Forcadell y contra todos los diputados que voten a favor de medidas que van en contra de España. Y es que la Cámara catalana, no hace más que redoblar su provocación con acciones como la creación de la Agencia Tributaria propia o el anuncio de abrir cuatro nuevas “embajadas”.

Es la hora de recurrir con firmeza a todos los instrumentos jurídicos y legales de que dispone el Estado para terminar con las maniobras torticeras del independentismo catalán cocinadas desde la propia administración, y romper con esa sensación de que van ganando la batalla y la quimera de que el desenlace de la secesión podría ser un hecho en los próximos meses.

La sociedad española no debería permanecer anestesiada frente a los golpes y agresiones a nuestra Constitución. Debemos reaccionar ahora que Puigdemont ha pactado con la CUP un referéndum independentista para sostener su Gobierno y, de paso, provocar elecciones. Los independentistas han encontrado el mejor momento para perpetrar su “golpe de Estado”, en una España que lleva meses sin Gobierno, con un PSOE dedicado exclusivamente al juego del “bloqueo” y una izquierda radical que siempre anda agitando las aguas por si entre las “mareas” incontroladas, logra pescar algo. 

Resulta algo más que positivo que la Fiscalía General del Estado ya haya pedido al Tribunal Constitucional que abra la vía penal contra la presidenta del Parlament por permitir que la Cámara autonómica debatiese una propuesta soberanista sobre la hoja de ruta independentista. Y es que las instituciones del Estado, gozando de la confianza de la sociedad, deben afrontar con valentía los constantes pulsos separatistas.

No podemos permitir que el separatismo se convierta en algo que forme parte habitual de nuestro paisaje. Del mismo modo que debemos revelarnos contra quienes manipulan y aniquilan el patrimonio cultural, histórico y económico de los catalanes y, por ende, de todos los españoles, desde dentro de las propias instituciones. Ese desafío ilegal de las autoridades secesionistas es el mayor de los males para España, ya que ataca su propia esencia, su propio ser. Lástima que un día de Fiesta se convierta en una jornada propagandística contra España, lástima que la Diada sea utilizada como pretexto para fomentar el odio, lástima que los independentistas hayan llegado a este punto de “dislate”… frente al rencor, ya lo dijo Teresa de Calculta, solo nos queda amar con fuerza.

 

Borja Gutiérrez

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