viernes, abril 26, 2024
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Las ansiadas vacaciones

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Se pasa uno el año entero esperando que por fin lleguen esas vacaciones llenas de todo tipo de proyectos –desde visitar países lejanos hasta arreglar los numerosos desconchones y alguna que otra gotera de la casa del pueblo– y, de repente nos damos cuenta que, en realidad, de lo que tenemos ganas es de quedarnos tranquilamente en casa, sin sufrir los agobios imprevisibles que siempre conlleva lanzarse a arreglar tejados y tabiques, ni tener que soportar esas muchedumbres que, al igual que nosotros, también han decidido visitar, justo en los mismos días, los mismos exóticos parajes.

Quedarse en casa durante las vacaciones no supone, ni mucho menos, no disfrutarlas. De hecho, esa insensata y algo perversa asociación de ideas que une inseparablemente vacaciones y desplazamientos, se origina con la llegada de las famosas vacaciones pagadas, instauradas por primera vez en Francia en el verano de 1936.

La legislación de entonces utilizaba el término congés, que en francés está indisolublemente unido a la idea de autorización para partir –el amante satisfecho se despide diciendo: Madame, je prends congé de vous– mientras que en otras lenguas latinas se recurre a otros términos que carecen de esa connotación. Así, nuestras vacaciones, desde un punto de vista etimológico, se refieren más bien a un período en el que no hay contenido, a un vacío de actividad, mientras que en portugués se ha conservado la noción de festividad, al mantener la palabra férias, con la idea de reunión colectiva, ya sea en un mercado o con ocasión de alguna conmemoración religiosa.

Ya alguna vez se ha hablado en estas columnas de la importancia del ocio, esto es, del aburrimiento consciente, para alcanzar un adecuado desarrollo de las capacidades creativas que todos llevamos, al menos adormecidas, en lo más profundo de nuestro ser. La contemplación, como paso previo a la iluminación creativa, sólo es posible cuando se da una ausencia de actividad, esto es, cuando se disfruta de las auténticas vacaciones.

Por eso, aunque sean muchos los planes que para las vacaciones hayamos ido haciendo a lo largo de los últimos meses, conviene no olvidar que quizás lo que realmente importa en las semanas que se avecinan es disfrutar de un poco de calma, tal vez contemplando un paisaje con una nueva mirada, con un fondo de música tranquila, mientras damos un paso que, aunque hayamos repetido muchas veces, nos permita ver las cosas cotidianas con una nueva y sorprendida mirada.

Ignacio Vázquez Moliní

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