sábado, abril 27, 2024
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Israel se aleja hasta de sus amigos

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Netanyahu ha nombrado a Avigdor Lieberman, personaje de nulas credenciales democráticas, nada menos que ministro de Defensa. Ya nos es difícil aguantar tanto dislate y esta huida hacia atrás del Estado de Israel, un Estado que parece haber cambiado sus referencias. Construir colonias -que son horrendos bloques de pisos, ciudades dormitorios, sobre todo pura especulación inmobiliaria, y encima acaba de dedicar otros 20 millones de dólares a construir más- sin nada que ver con aquellos kibbutz pioneros de Galilea o del Neguev -como el de La torre de Ezra, de Koestler-, convertir el país en patria sólo de judíos y abandonar la laicidad, enajenarse a todos los que en el mundo les apoyan, es la principal estrategia del actual gobierno israelí.

Así van alimentando ese nuevo antisemitismo -refinado, intelectual- que emerge en alguna izquierda europea, como en los seguidores de Corbyn o de Podemos (aunque en España el antiisraelismo es muy común y no necesita a Netanyahu). Una cierta izquierda europea tiene servido su pretexto ancestral para ejercer su antisemitismo. No es aquel antisemitismo vulgar de los camisas pardas o de los que hacen chistes sobre cuántos judíos caben en un cenicero.

Este antisemitismo sofisticado se origina en la filosofía alemana del siglo XIX, desde Fichte a Marx (sí, Marx, de origen judío pero de familia convertida, que escribió La cuestión judía, donde prácticamente identificaba capital con judío), pasando por Hegel. Pensaban que los judíos, fueran considerados un Estado dentro del Estado (Fichte) o inasimilables (Hegel y Marx), eran un obstáculo a la creación del Estado alemán, calcado sobre los ideales jacobinos y napoleónicos. Sin Estado eran detestados, pero desde la creación del Estado de Israel, aún más. Hoy, todo edulcorado con las tesis antiimperialistas y antisionistas que “lavan” de prejuicio racial el ancestral odio a los judíos.

¿Dónde está el Israel de David Grossman, de Amos Oz, de Yitzak Rabin, del rabino Daniel Landes, de tantos ciudadanos que siempre han defendido un Estado secular, no confesional, la paz con un posible Estado palestino? Es un país esencialmente democrático pues el verdadero judaísmo no tiene dogmas, como otras religiones, y donde cada judío tiene su propia fe, de la que es dueño y autor, como nos recordaba hace décadas Mario Muchnik en su simpático libro Mundo judío (editorial Lumen, 1985).

Israel está rodeado de enemigos que lo quieren destruir, echarlos al mar, pero ni la geopolítica ni el terrorismo de Hamas ni la amenaza del Daesh lo explican todo. Hay quizá otros factores y aventuro la hipótesis de que la población israelí tiene cada vez más un componente ruso y oriental -sin tradiciones democráticas-. Es muy distinta de aquellos sionistas, socialistas, marxistas, liberales, procedentes de la Europa central. Lieberman, nacido en la Unión Soviética, en Moldova, es un buen ejemplo de ese escoramiento.

Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye

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