viernes, mayo 3, 2024
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El día después

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Ya estamos en el día después. En los días siguientes al 9 de noviembre que Artur Mas, Oriol Jonqueras y sus aliados del CUP, intentaron hacer un ensayo de referéndum sobre la independencia de Cataluña sin censo, sin garantías jurídicas, sin colegios electorales propiamente dichos.

Para los independentistas la jornada fue un éxito, pero la realidad es que no lo ha sido. Han sido más los catalanes que se han quedado en casa sin participar en ese remedo de referéndum. Si en Cataluña hay censados 6.228.531 ciudadanos, y de estos ha ido a votar un tercio, algo más de dos millones doscientos treinta y seis, eso significa que cuatro millones se han quedado en casa. Esa es la realidad.

Pero más allá de que Artur Mas y compañía nos tomen por tontos al decir que ha votado una amplia mayoría porque de ese tercio un 80% ha votado si a la independencia.

De manera que menos lobos. Es decir que los responsables políticos democráticos no deben de ponerse nerviosos, ni el presidente de Gobierno, ni Pedro Sánchez, ni el resto. Los números es lo que tienen que son de una precisión apabullante, por tanto, repito, de seis millones de catalanes cuatro se han quedado en casa sin participar en la mascarada organizada por Artur Mas y compañía.

Lo grave es que una institución como la Generalitat haya bordeado la legalidad. Eso si que debería de ser motivo de reflexión por los líderes políticos.

Pero estamos en el día después y por tanto es hora de que se vuelva a hacer política a lo grande. Artur Mas ha dejado dicho que una carta suya viaja hasta el Palacio de la Moncloa, y el presidente Rajoy también ha dejado dicho que está dispuesto al diálogo dentro de la legalidad, como no puede ser menos. Porque si bien es necesario el diálogo entre Mariano Rajoy y Artur Mas no lo es menos que la distensión y el acuerdo no pueden pasar por premiar a quienes se han  bordeado la legalidad y han echado órdagos irresponsables al Estado.

Quienes han reprochado a Rajoy su inmovilismo, creo que en este caso se han equivocado. En mi opinión el presidente Rajoy ha acertado no cayendo en las trampas que le iba poniendo Artur Mas. Es decir si a cada declaración de Mas hubiera respondido Rajoy llevaríamos dos años de declaraciones y contra declaraciones que lo único que hubiera servido sería para caldear aún más los ánimos.

De manera que en el día después es sobre todo Artur Mas quién tiene que decir qué es lo que quiere.

En cuanto al mantra de la reforma de la Constitución, repetida hasta la saciedad por los dirigentes socialistas, está muy bien, siempre que una nueva Constitución sirva para algo. Antes de abrir la actual Constitución en canal ,los partidos políticos responsables deberían decir donde quieren ir y cuántos están dispuestos a ir porque si CiU ,y pongamos también el PNV, dijeran que su objetivo final es la independencia entonces de nada serviría una nueva Constitución. De manera que Mariano Rajoy desde la prudencia debe de emprender conversaciones con Artur Mas, y a esas conversaciones desde el primer momento ,no puede, ni debe, permanecer ajeno el PSOE, ni tampoco el resto de los partidos.

Lo que debería de ser opinión común entre todos los demócratas es que nadie puede sacar rédito político si desafía la legalidad o intenta bordearla de manera torticera como ha hecho Artur Mas.

Estoy entre quienes piensan que las leyes tienen que servir a la sociedad por eso puede ser necesario reformar la Constitución para dar cabida las inquietudes y anhelos de parte de la sociedad, en este caso de los catalanes, y ya de paso suprimir ese artículo de la Constitución que modificaron Zapatero y Rajoy una noche con alevosía, a petición de Bruxelas, de embridar el déficit anteponiendo intereses de mercado a intereses ciudadanos. También habría que plantear si España debe continuar siendo una Monarquía parlamentaria o si por el contrario los ciudadanos optamos por otra forma de Estado. No hay que tener miedo al cambio, pero insisto, lo que no sería de recibo es que quienes desafían al Estado y tienen comportamientos antidemocráticos y torticeros como los que ha tenido Artur Mas, al final reciban el premio gordo.

Sin duda hay que abrir una nueva etapa, pero insisto, sin perder los nervios ni la perspectiva,  hay una mayoría de ciudadanos catalanes, nada menos que cuatro millones que se han quedado en casa.

Julia Navarro

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