A veces sí se estrecha el cerco judicial sobre la corrupción. Oriol Pujol, integrante favorito de uno de los clanes familiares que más atención mediática han despertado en las últimas semanas, ha resignado ‘temporalmente’ su cargo mediante una fórmula de ‘delegación’ hasta que se resuelva judicialmente la imputación recién conocida.
El caso de las ITV no es sino uno más en la larga cadena de la corrupción política española. Por mucho que CiU crea que hay un hecho diferencial catalán, al final se resuelven los asuntos administrativos siguiendo la misma lógica del resto del país, la misma que hoy avergüenza a todos los españoles, excepción hecha del ministro Wert que considera que no hay tanta corrupción en España.
España necesita urgentemente un saneamiento ético
En este caso, además, la estrategia nacionalista pretende que la imputación y el cerco judicial tienen algo que ver con la estrategia soberanista emprendida por el gobierno de Mas. Nada de ello puede resultar menos edificante para alguien con espíritu democrático: victimizarse para que así cualquier tropelía sea cubierta por el velo del ataque ‘exterior’. Una desvergüenza proporcional al supuesto alcance de unos abusos consignados durante treinta años de gobierno ininterrumpido.
Sabemos, por otra parte, que ese afán de autoprotección suele encontrar buena respuesta en las camarillas del poder y el los fanáticos que las estimulan. Toda la organización se sentirá hoy dolida y dañada. Lo mismo que la vergonzosa rueda de prensa de José Blanco iba sazonada de ‘reflexiones sobre la presunción de inocencia’ y toda la cuadrilla de colegas en la jerarquía socialista salió a defenderlo, inhabilitándose en semejante inmolación para exigir cuentas a un PP debilitado por lo mismo.
España, atenazada por sus responsables públicos, necesita urgentemente un saneamiento ético. Es muy urgente.
Editorial Estrella