viernes, abril 19, 2024
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El Papa Francisco

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Si los primeros gestos de alguien que es elegido para un cargo público relevante son analizados con lupa y de ellos se extraen algunas conclusiones sobre su persona, en el caso del nuevo Papa, el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, hay para dar y tomar con sólo haber contemplado los casi quince minutos que estuvo en el balcón central de la Basílica de San Pedro, una vez que el cardenal Camarlengo pronunciara la conocida frase: «annuntio vobis gaudium magnum, habemus Papam». El nuevo Papa proyectó una imagen de persona serena, tranquila, humilde, profundamente humilde, que tuvo la grandeza de que su primer recuerdo y su primera oración fuera para su predecesor, Benedicto XVI, que con total seguridad estaría siguiendo ese momento tan emotivo a través de la televisión en la residencia de Castelgandolfo. Inmediatamente después, el Papa Francisco, antes de impartir la bendición «urbi et orbe» pidió a los presentes en la Plaza de San Pedro y de alguna manera a los millones de personas que seguían la ceremonia por la televisión, oraciones por su persona llegando incluso a ponerse de rodillas durante esos instantes en que la plaza se sumergió en un estruendoso silencio. Y, por último, a las pocas horas de ser elegido Sumo Pontífice, su primer acto público ha consistido a ir a rezar a la Virgen a la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, queriendo con ello subrayar que va a ser un Papa muy mariano.

El nuevo Papa proyectó una imagen de persona serena, tranquila, humilde, profundamente humilde

Habrá que aceptar la gran verdad que encierra la clásica aseveración de que «los caminos de Dios son inescrutables». Al menos lo son para la inmensa mayoría de los ciudadanos, excepto para toda esa pléyade de expertos vaticanistas que se han vuelto a columpiar, ¡y de que manera!, en sus quinielas de papables. Es que no han acertado ni una. En ninguna de esas quinielas aparecía el Cardenal Bergoglio. Lo cual demuestra, aparte del a veces superficial atrevimiento de esos supuestos vaticanistas, la gran independencia con la que los 115 miembros del Colegio Cardenalicio han actuado a la hora de elegir al nuevo Papa. Una vez más, se ha demostrado que las claves con las que funciona la Iglesia son muy distintas a las que se estilan en otros ámbitos del quehacer terrenal.

Esos mismos vaticanistas ya han empezado a especular sobre el significo que pueda tener el que sea el primer Papa hispano americano y jesuita. A uno, que no se considera un experto en estas cuestiones, le parece que todo eso queda en un segundo plano porque el Papa, por su propia naturaleza, es de todos y universal. En cuanto a la ingente tarea que tiene por delante, esos vaticanistas ya le han hecho la lista, pero la principal es sin duda llevar adelante la misión principal de la Iglesia: la evangelización del mundo. Seguro que el Papa Francisco será muy fiel a ella y que pondrá todo el empeño en llevarla adelante.

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Cayetano González

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