Una vez producido el fallecimiento de Hugo Chávez, Venezuela deberá afrontar con extraordinaria cautela los primeros pasos de un nuevo ciclo histórico. De nada servirá el ajuste de cuentas inmediato con lo que ya ha comenzado a ser el pasado, y en cambio si servirá de mucho el diálogo prudente y sensato entre todos los actores que confluyeron en el último proceso electoral. Se trata de evitar una salida trágica de lo que podría terminar siendo un periodo oscuro, y se trata también de asegurar una oportunidad a la reconciliación nacional más allá del caudillismo del presidente que se ha ido.
La prolongación del chavismo sin Chávez es un asunto sin perspectiva y sin porvenir
La legitimidad del vencedor se va con él. Y no será una solución plausible ignorar que esto es así y que o bien Maduro o bien el presidente del parlamento pretendan arrogarse funciones para las que no han sido elegidos más allá de ser el polo vertebrador de una llamada urgente a las urnas que devuelvan la concordia al país.
Los fenómenos de caudillismo se extinguen irremisiblemente con la defunción del caudillo, y toda pretendida sucesión es arrastrada por la historia sin consideración. Venezuela es un régimen democrático pero un régimen bajo sospecha. Esta será la oportunidad de ver hasta qué punto es posible el reencuentro sin argumentos radicales y creando espacios de convivencia plural para todos. los tiempos cambian y deben cambiar allí también. La prolongación del chavismo sin Chávez es un asunto sin perspectiva y sin porvenir, por tanto la reconciliación efectiva debe hacerse mediante un proceso de llamada a las urnas, bajo control estricto de limpieza y con la garantía de que todos aceptarán el resultado.
Venezuela puede tener una oportunidad al alcance de la mano. Y la comunidad internacional debe velar con inteligencia y serenidad para que no la pierda. en la hora de la muerte de Hugo Chavez el mejor legado que podría dejar sería que sus seguidores tendieran la mano a todo el pueblo de Venezuela.
Editorial Estrella