viernes, abril 19, 2024
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Desmourinhizar

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El Madrid está mourinhizado, ¿quién lo desmourinhizará? No se puede luchar contra la evidencia, así que hay que reconocer que desde hace algún tiempo el Barcelona es el mejor equipo de España y del mundo como antes lo fue el Real Madrid. Antes. Aunque pierda partidos, aunque sufra, aunque a veces haga un fútbol control de 30 pases seguidos que sólo es divertido cuando llega al área y la cogen Messi o Iniesta, o cuando Xavi da un pase de esos imposibles y otro, quien sea, la mete, el Barça es el mejor. ¿Está la diferencia en los jugadores? Sólo en una pequeña e importante parte. La clave está en los dirigentes, en el entrenador y en los sistemas. Y eso, que es fútbol, se puede aplicar a muchas otras cosas.

La diferencia entre los jugadores no está en lo que cobran unos y otros -demasiado y más en tiempos de crisis- ni en su calidad ni en su entrega. Está en la modestia de unos y en la soberbia de otros. Messi, Xavi o Iniesta, especialmente, pero también otros, saben que están entre los mejores del mundo, pero ni hacen declaraciones altisonantes ni se creen el ombligo del mundo. Y lo son, al menos el ombligo mediático. En el Madrid, al menos así les ven muchos aficionados, prima la soberbia. Y aunque nunca se debe ser soberbio, al menos hay que exhibir resultados para sostener esa posición.

Pero lo peor está en las formas. Las del entrenador del Real Madrid ni favorecen el afecto de los aficionados -antes el Real Madrid era el equipo más admirado en el mundo- ni el respeto de la mayoría. Su protagonismo, sus maneras chulescas, un rictus permanente de casi desprecio, el sentirse y querer ser el centro de todo, con caprichos -ahora doy rueda de prensa, ahora no; «me van a criticar haga lo que haga»- no ayudan a que los jugadores se dediquen a lo que deben, jugar y dar espectáculo, y él a lo que le toca, conseguir que ganen partidos. Cuando en el grupo hay jugadores que pisan intencionadamente al contrario cuando está en el suelo y el entrenador y el club lo toleran, es que todos han perdido los valores deportivos que antes le hacían «señor».

Ser líder en el deporte, pero también en la política, en la justicia o en la economía exige unas características peculiares, mucho trabajo, conocimientos por encima de la media, ver más allá de lo que otros ven. Pero también ética, ejemplo, responsabilidad, juego limpio. Hay políticos corruptos, jueces estrella, empresarios sin escrúpulos, entrenadores divos. Pero el deporte, la política, la justicia o la empresa son mucho más que eso y hay otra gente fantástica en todas esas actividades. Al final, casi todos los que repiten ese esquema, acaban en el ostracismo y pensando que el mundo conspira contra ellos. Que empiece la desmourinhización ya.

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Francisco Muro de Iscar

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