Para una inmensa mayoría de aficionados al fútbol Mourinho, el entrenador del Real Madrid, es un personaje odiado, denostado y al que ven como la encarnación del mal. Es obvio, que esa misma opinión no la comparten los seguidores madridistas en un elevado porcentaje; entre ellos, el presidente Florentino Pérez que se ha alineado de tal forma con su entrenador que ha llegado a decir a voz en grito que el técnico portugués ha abierto los ojos a 109 años de madridismo al patentar un nuevo señorío ¿Qué es eso del señorío? Mourinho nos ha agitado… La lucha contra la injusticia también es “señorío”, dijo entre otras cosas Florentino en la última Asamblea de socios compromisorios del Real Madrid celebrada el 25 de octubre. Aunque algunos socios reprocharon algunas actuaciones de Mou, dejó claro que está a muerte con su entrenador.
Personalmente a mí la figura de Mourinho me cae bien. Además de ser uno de los mejores entrenadores, tal vez el mejor, es como un oasis entre tanta hipocresía que abunda en nuestro fútbol. Me parece un personaje sincero, que defiende a muerte a su equipo, y una buena persona que interpreta un magnífico papel en defensa de sus jugadores y del club que representa. ¿Qué se pasa muchas veces? Desde luego, como cuando metió el dedo en el ojo al segundo entrenador del Barcelona, y por lo que ha sido sancionado con dos partidos. Sanción que tendrá que cumplir exclusivamente en la Supercopa, no cuenta para la Liga.
Aquella imagen que se vio por todo el mundo, avergonzó de tal manera a Mourinho, que además de pedir disculpas al Madrid y sobre todo a su familia, le hizo recapacitar tanto que ha hecho propósito de enmienda. Seguirá con su grado de exigencia como entrenador pero desde una óptica más humana.
Florentino Pérez, su mujer y los jugadores de alguna forma le han convencido para que cambie su imagen y sus maneras.
Mourinho ha prometido a sus jugadores más dialogo, hablar menos de los colegiados y cuidar las formas y de paso también les ha prometido que intentará ser más justo en el reparto de minutos para los que no juegan habitualmente.
El partido que el Real Madrid jugó en Santander fue el punto de partida de la pequeña rebelión del vestuario contra su entrenador. Ahí, el técnico luso, lejos de mandar, escuchó a los pesos pesados, sobre todo a los jugadores españoles que reunieron el valor de plantarle cara al todopoderoso Mourinho.
A pecho descubierto le insinuaron que estaban agotados psicológicamente ante tanta crispación y por su gestión de guerra permanente contra los árbitros y contra todo lo que se mueve. Incluso le echaron en cara que culpase a Khedira de la derrota frente al Levante.
Mourinho, lejos de alborotarse ante este pequeño motín, hizo examen de conciencia, se excusó humildemente, admitió sus culpas y se mostró abierto al dialogo.
Mou puede tener muchos defectos, pero el de torpe no es uno de ellos. Se ha dado cuenta de que necesita a sus jugadores, a todos, a pleno rendimiento. Por muy bueno que sea, que lo es, no es nadie sin el apoyo de sus futbolistas que han prometido poner todo de su parte y seguir obedeciendo a la figura de Mourinho, pero no a ciegas.
¿Mourinho se ha ablandado? El tiempo lo dirá, pero seguramente no, lo único que ha hecho es humanizarse un poco más ante sus jugadores, y mantener una relación más estrecha con su vestuario.
Ha dejado aparcado su régimen autoritario para pasar a otro más coral. La celebración de la barbacoa del 30 de octubre en Valdebebas es la escenificación perfecta de los nuevos tiempos que corren en el vestuario del Real Madrid.
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Alfonso Celemín