viernes, abril 26, 2024
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Vehicular

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Es la palabra de moda. Un nuevo término que sirve para todo. Puede ser adjetivo, verbo y especialmente un sinónimo. No es una picardía. Es algo muy serio que ha puesto de moda la Generalitat de Catalunya al definir el idioma catalán como lengua vehicular en la enseñanza, es decir: “primus inter pares”. Con ello responde en el debate suscitado por una sentencia que opina lo contrario y que ha resultado ser muy oportuna. Digo oportuna ya que ha tenido el dudoso mérito de distraer sobre asuntos tan graves como son los recortes en sanidad, asistencia y enseñanza. El asunto se ha considerado una prioridad e incluso la Consejera de Educación de dicha Generalitat está dispuesta a inmolarse en plaza pública o algo parecido. Todo sea por vehicular.

El espíritu de la sentencia teme que el idioma castellano desaparezca en Catalunya. Craso error. Desde hace tiempo nos dan ejemplos del conocimiento que se tiene del idioma de García Lorca. En particular del diccionario de sinónimos. Si en este no existe la palabra adecuada, se refieren al lenguaje socio-lingüístico y allí está la palabra “vehicular” que reconoce hasta el Instituto Cervantes. No en vano Barcelona es sede de grandes editoriales, fantásticos escritores y correctores de estilo. Este esfuerzo por descubrir e implantar la palabra “vehicular” es  debido a la conveniencia de no utilizar la palabra “oficial”, la cual podría levantar todo tipo de ampollas y crear dramáticos titulares en ciertos periódicos como: “España se desploma”, sin darse cuenta que el verbo desplomar es de utilización exclusiva para la Bolsa.

Esta teoría de los sinónimos como muestra de buena voluntad, se demuestra por los nombres de los partidos. Si en el País Vasco el partido dominante se llama Partido Nacionalista Vasco (así, con un par) en Catalunya, similar ideología se llama Convergencia y Unió o Unión, ya que para colmo es una coalición. Es evidente que el carácter pactista del catalán queda perfectamente reflejado. Se trata de convencer, no de imponer.

Por otro lado el tema de los nombres de los partidos tiene su trauma: el histórico partido Esquerra Republicana de Catalunya es el ejemplo más evidente de que en otra época triunfaba lo del bautizar un partido con un concepto “clar i català”. Con el enunciado de su nombre ya todos sabíamos a lo que había que atenerse. El problema es que después de una brillante historia, últimamente se ha demostrado que ser dirigente de este partido es la fórmula más rápida para dejar la política o que la política te deje. De todo hay. Así pues hay que comprender que partidos como Iniciativa per Catalunya optasen por un nombre más light. Casi  propio de un consulting.

La conclusión es que para tener paz, concordia y que todos los habitantes de esta urbanización llamada España nos llevemos razonablemente bien: hay que vehicular.

Sin ir más lejos yo he vehiculado estas líneas hacia ustedes con mi mejor intención. En el fondo, he descubierto que soy un “vehiculador”. ¡Señor, Señor! A mi edad. Pero nunca es demasiado tarde.

Hasta la semana que viene.

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Paco Fochs

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