miércoles, abril 24, 2024
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El futuro es hoy

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A consecuencia del pinchazo de la burbuja inmobiliaria en nuestro país, de la mala gestión, del despilfarro público y de la crisis internacional que nos acompaña, el desempleo ha alcanzado al 21% de la población activa y amenaza con  estabilizarse en esa cifra.

Desde dentro y desde fuera se nos han hecho todo tipo de llamamientos para acometer los cambios que se nos indicaban como necesarios para modificar la situación. Eran medidas en la línea de la flexibilización laboral, de las liberalizaciones, de los aumentos de la competitividad, de las devaluaciones internas, etc…

Fruto de todo ello han sido una serie de reformas como la del mercado laboral, la de la negociación colectiva, la del sistema financiero, la del sistema de pensiones, una digamos reforma de la reforma laboral para los contratos temporales y de formación hasta los 30 años de edad y la reforma constitucional en marcha para limitar, moralmente, el despilfarro público.

Con respecto a las reformas que se han realizado y que se están realizando creo que siendo simplistas, existen dos puntos de vistas contrapuestos. El primero sería el de aquellos que consideran que las reformas no sirven de mucho porque han sido timoratas y que deberían haber sido más profundas y no haber sido simples maquillajes.  Para otros, estas reformas han sido el inicio del desmontaje del estado del bienestar y un cambio radical de la política de izquierda del partido del gobierno, en definitiva, un ataque del capitalismo en toda regla.

Pero creo que, se tenga el punto de vista que se tenga acerca de las reformas,  en este país tenemos todos la impresión de que la situación no mejora, que el desempleo sigue más o menos en las mismas cifras y con el mismo dramatismo y que no se ve en el horizonte una mejora de la situación económica en el corto plazo.

¿Qué nos está sucediendo? A mi juicio nos suceden, básicamente, dos cosas.

Primero, que las medidas tomadas tendrán un efecto en el futuro, en un marco de crecimiento de la economía, el cual no se da en estos momentos ni se sabe cuando se dará. Pero que en el corto plazo, por mucha flexibilidad, competitividad y todo lo que queramos, si no hay demanda y consumo y las empresas y los empresarios no consiguen incrementar sus ventas y sus resultados, no van a contratar a nadie. ¿Por qué iban a hacerlo? ¿Por altruismo o deber patrio?

Y segundo, que tenemos pendiente la reforma fundamental, la que involucra a todos y de la que no se oye hablar a casi nadie.

Es una reforma muy simple pero que encierra una gran complejidad, ya que tenemos que decidir entre todos en qué nos vamos a especializar, en qué vamos a competir con el resto del mundo, en qué vamos a ser los mejores y sobre todo con qué vamos a ganarnos la vida como país. En definitiva, una búsqueda de sectores nuevos  y con futuro, en los que podamos competir en un mundo totalmente supercompetitivo y globalizado, que parece ser la última mutación del capitalismo apátrida.

Creo que al igual que los dos partidos mayoritarios de este país han cerrado filas para la reforma constitucional, deberían hacer lo mismo para involucrar a toda la sociedad española en el diseño de ese futuro. Ese futuro que, como siempre, empieza hoy.

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José Luis Martín Miralles

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