miércoles, mayo 8, 2024
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El fútbol, la radio y la política

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Las retransmisiones radiofónicas de los partidos de fútbol tienen una importancia intrínseca, la derivada de llevar noticia oral de lo que sucede en una cancha a personas que no están allí, pero luego tienen una importancia mucho más intrínseca todavía, la que se deduce de contarles lo que están viendo a las personas que sí están allí. La superabundancia de transistores en las gradas de los estadios, pegados a las orejas de los espectadores que ocupan su localidad, confirma esa aparente paradoja. Aparente, sólo aparente, pues el ciudadano que asiste «en vivo» a un campo de fútbol, y no digamos si lo hace desde un asiento remoto, ve únicamente a una porción de tíos en la lejanía que se afanan, unos, en progresar hacia la portería de la derecha, y otros, hacia la de la izquierda, pero sin percatarse realmente, en toda su magnitud, de lo que se traen entre manos, entre pies y piernas y cabezas en el caso que nos ocupa. Es la radio, el locutor de radio, el que le reordena y le perfila la realidad de lo que ve para hacérsela comprensible, incluso si para lograr ese propósito necesita inventarse, cual suele suceder, el partido.

Pero con el plante o huelga inversa de los clubs, que impiden el acceso de los comentaristas radiofónicos a sus estadios hasta que sus empresas no aflojen la mosca, ese suceso de la realidad estilizada, inventada en pos de su verosimilitud, alcanza cotas de incongruencia y de magia difícilmente superables: el que no está físicamente allí (el locutor) le cuenta al que sí está físicamente allí (el espectador) lo que éste ve, toca, huele y oye. Sólo falta, en puridad, que le cuente a qué sabe el bocadillo que se está comiendo. Semejante fenómeno, acontecido en la última jornada de la Liga (salvo en Sevilla, donde los radiofónicos pudieron pasar), tiene, sin embargo, su correlato de toda la vida en otro espacio de la vida de relación: la política.

Señores y señoras que no transitan la realidad propiamente dicha, pues disfrutan de cómodo pasar, empleo estable, viviendas amplias, fondo de armario, descuentos varios y mesa en restaurantes llenos, cuentan al resto lo que en la realidad pasa y les prometen decirles, si les votan, cómo mejorarla. Y en ello andan éstos días unos y otros, pergeñando el plan en sus reuniones alienígenas.

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Rafael Torres

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