jueves, marzo 28, 2024
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La sucesión, mal que pese

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Menos mal que en la convención de Zaragoza se iba a hablar del estado autonómico para lanzar propuestas de eficacia y modernización. Menos mal que lo de Zaragoza no era como el acto de Sevilla del PP “que solo hablaron de ellos”, menos mal, en fin, que el liderazgo de Zapatero estaba consolidado e indiscutido antes del encuentro en la capital de Aragón. Menos mal porque de lo contrario hubiera sido un encuentro inenarrable. Al final, y como estaba escrito, los socialistas hablaron de ellos porque hablar de Zapatero es hablar de ellos y como por arte de ensalmo algunos parecía rozar el éxtasis cuando hablaban del Presidente. Mal que les pese -a unos más que a otros-, se habló de la sucesión pero en voz baja, en los corrillos, en los pasillos que es donde de verdad se habla de lo que interesa. Este lunes mismo el propio Presidente, en la entrevista realizada por Ana Pastor en TVE, volvió a hacerlo para reafirmar que es dueño de sus silencios  y reconocer que sí, que Pérez Rubalcaba es un político de primera al que “yo he nombrado vicepresidente”, por si a alguien se le había olvidado.

Realmente es todo llamativo por impostado. ¿Qué dirá la próxima semana Guillermo Fernández Vara? Llegó a Zaragoza diciendo que Zapatero debía anunciar su decisión y salió afirmando que hay que respetar sus tiempos. Y lo dijo como si no hubiera roto un plato. ¿Qué dirá Barreda? ¿Qué dirán todos aquellos que sin que los periodistas preguntemos hablan de lo bueno que seria que Zapatero hablara o que, incluso, declinara ser cabeza de lista? Ignoro quien ha sido el encargado de poner aparente orden y mucho menos que argumentos se han empleado para que, de repente, todos volvieran a sus casas abducidos por la figura del Presidente.

A un veterano político vasco le gusta decir que entre lo sublime y lo ridículo hay una finísima raya y esa raya, en política, se traspasa con enorme facilidad. Es de manual apoyar y alabar a quien dirige el Partido. Lo contrario bien puede considerarse deslealtad, pero entre el apoyo y la alabanza y el impostado éxtasis visto en Zaragoza hay un abismo .Y ahí se han quedado, en el abismo de vivir en la incertidumbre que el Presidente va a manejar hasta el momento menos pensado que  no tiene que ser el momento que todos piensan.

Charo Zarzalejos

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