viernes, abril 19, 2024
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Muerte desde 3.000 kilómetros de altura

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Toda guerra acarrea sus propias distorsiones, pero considere este preocupante hecho de la guerra de América contra al-Qaeda: Se ha vuelto más fácil para Estados Unidos, política y legalmente, asesinar a presuntos terroristas que capturarlos e interrogarlos.

Los vehículos Predator y Reaper no tripulados, armados con proyectiles Hellfire, se han convertido en las armas predilectas contra los agentes de al-Qaeda en las zonas tribales de Pakistán. También han sido utilizados en Yemen, y la demanda de estas eficaces herramientas de guerra, que alcanzan a enemigos desde 3.000 kilómetros de altura, es probable que crezca.

El ritmo de los ataques con vehículos no tripulados a las zonas tribales ha aumentado acusadamente durante la presidencia Obama, registrándose más operaciones en septiembre y octubre de este año que en todo 2008. Al mismo tiempo, los esfuerzos por capturar a sospechosos de al-Qaeda prácticamente se han detenido. En la práctica, si los agentes de la CIA extrajeran mañana a un terrorista, la agencia no estaría segura de poder detenerle para interrogarlo.

Michael Hayden, antiguo director de la CIA, enmarca el enigma de esta forma: «¿Hemos hecho el arresto y el interrogatorio tan difíciles legalmente y tan arriesgados políticamente que nuestra opción por defecto es matar a nuestros adversarios antes que capturarlos e interrogarlos?»

Es curioso que la opinión pública estadounidense parezca tan cómoda con una táctica que supuestamente es una forma de asesinato a distancia, después de la indignación con el uso por parte de la CIA de métodos no letales conocidos como «interrogatorio avanzado». Cuando Israel adoptó el enfoque del «asesinato selectivo» contra Hamás y los demás enemigos terroristas, suscitó un amplio debate dentro y fuera del país.

«Por razones que desafían la lógica, la gente se siente más cómoda con los ataques con vehículos no tripulados» que con los asesinatos a corta distancia, dice Robert Grenier, un antiguo importante operativo del contraterrorismo en la CIA que ahora es consultor de ERG Partners. «Es algo que parece muy limpio y antiséptico, pero las dudas morales son las mismas».

Disparar un misil desde 3.000 kilómetros de altura es desde luego un riesgo menor para el que lo lanza que una operación sobre el terreno. «Estados Unidos es reacio a llevar a cabo operaciones a vida o muerte así en las zonas tribales por las mismas razones que los paquistaníes: temen que un equipo de élite pueda verse rodeado de centenares de guerrilleros tribales», dice Grenier.

Aunque el gobierno paquistaní denuncia públicamente los ataques con vehículos no tripulados, en privado los condona. Eso se debe en parte a que los vehículos no tripulados asestan un golpe militar que el ejército paquistaní es reacio o incapaz de llevar a cabo con eficacia comparable utilizando tropas regulares. Pero los retos legales empiezan a aparecer, como la demanda de 500 millones de dólares presentada por un caballero paquistaní que dijo a la prensa esta semana que dos de sus parientes habían resultado abatidos en un ataque con un vehículo no tripulado.

Los reparos a la hora de perseguir a al-Qaeda sobre el terreno, y quizá capturar con vida a sus agentes, también conlleva un coste en espionaje. Estados Unidos y sus aliados pierden la información que pudiera salir del interrogatorio, junto a teléfonos móviles, ordenadores y demás equipo de comunicaciones que pudiera ser decomisado en una operación fructífera. Una de las razones de que las operaciones del contraterrorismo contra al-Qaeda tuvieran tanto éxito en Irak es que se valieron de forma intensiva de este ciclo de incursión, captura, interrogatorio, análisis y vuelta a la incursión.

La CIA empezó a abandonar el oficio de las detenciones cuando las infames «prisiones secretas» en el extranjero fueron clausuradas en el año 2006. Por aquella época, 14 reos de la CIA fueron trasladados a Guantánamo, pero desde entonces, solamente otros dos han sido apresados y trasladados allí; los funcionarios de la agencia han sido advertidos de que Guantánamo está ya cerrado a nuevos casos. Las únicas alternativas para los agentes de al-Qaeda capturados en zona de guerra son la base aérea de Bagram, en Afganistán, o la detención y el juicio en Estados Unidos.

No me malinterprete: No es que los límites de la administración Obama en cuestiones de arresto e interrogatorio sean erróneos. Se han aplicado directrices claras a lo que venía siendo, desde el año 2006, un área oscura. El problema es que estos reglamentos, y la cautela para evitar incurrir en más problemas, han tenido el efecto adverso de alentar a la CIA a adoptar políticas más letales y menos sutiles que antes.

Los funcionarios estadounidenses y paquistaníes son partidarios de los ataques con vehículos no tripulados porque no ven ninguna alternativa buena para combatir las operaciones de al-Qaeda en las zonas tribales. Yo no discrepo de esa opinión. Pero esta política tiene que tener un fundamento más claro en el código y la interpretación de la opinión pública del que tiene hoy en día. De lo contrario, en cuanto el péndulo oscile, los funcionarios de la CIA que dirigen estas misiones presuntamente clandestinas pueden ser considerados responsables.

Así que hágase la pregunta: Si a usted no le gustan las tácticas de la CIA que conducen a la captura y el interrogatorio de agentes de al-Qaeda, ¿cree que es mejor vaporizar a los militantes desde 3.000 kilómetros de altura? Y si esto le molesta, ¿cuál es la alternativa que propone?

David Ignatius

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