viernes, abril 19, 2024
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Montilla quiere más

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El deseo de Montilla puede hacer mejorar sus expectativas electorales. Porque si las previsiones estiman en 300.000 los votantes del PSC que están en otra cosa –incluso, en su casa-, Montilla no descansa. Ha demostrado tesón en su rectificación implícita –la renuncia a reeditar su proyecto tripartito- y un cierto frenesí en aparecer como un hombre sencillo, que reconoce sin rubor sus limitaciones discursivas. Se crece en el personaje común ante el líder rival aprisionado en la autosuficiencia. Y se gusta así. 

No se achanta ante las encuestas que martillean las preferencias: el triunfo de CiU –otra cosa será con qué margen- y la sangría de votos del PSC. Nada le resta entusiasmo. A más dificultades, más entusiasmo, parece decir.

¿Deseo o mera ambición? Se muestra como el reverso del mismo Montilla que ganó críticas rotundas por su gestión al frente de la Generalitat, que no pudo coordinar el tripartito, que forzó su catalanismo, se envolvió en la pancarta contra la sentencia del Estatut, y arengó a las masas enarbolando el malestar institucional. Tampoco escuchó las reclamaciones de política lingüística y fracasó en las políticas de inmigración. 

En cambio, se muestra alegre. Vuelve a su gente, cuyos intereses quiere recuperar. Converso a medias, es como si, liberado de cargas, se sintiera liviano, reconfortado ante sí mismo, satisfecho con el talante que le asignan sus incondicionales, como Tura o Chacón. Y en éstas, le llega el abrazo del viejo líder, con su populachero estilo: “Pedazo gestión has hecho”, le dijo Felipe. Eso es un amigo.

No teme perder, pues es lo anunciado, y saborea el triunfo de evitar la catástrofe. Tan pletórico que no se amilana por el abandono de los artistas, el desgaste de Zapatero, la crisis del Sáhara o la Bolsa de Madrid. Su enemigo es su rastro, la ingravidez de una sociedad antaño viva que no supo galvanizar. No fue creíble o no se hizo entender.

Pero va tan campante, con un pasado borrado, cara a cara frente a la gravedad de Más. Aunque no sea en TV3. Y hasta es posible que la memoria, siempre tan frágil, se difumine en sectores bien proclives al socialismo. Que olviden al escuchar ahora cantos de la relación (amable) con el resto de España. El viejo líder, buen olfateador de los proyectos de sus vástagos, anima al candidato Montilla a “si fuera preciso”, tender la mano a CiU. Como si Montilla fuera el ganador. 

Chelo Aparicio

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