miércoles, abril 24, 2024
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¡Elvis vive!

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Con permiso, hoy no voy a hablar de política. A quienes todavía estamos de vacaciones, las Sras. Pajín, Jiménez y De Cospedal; y los Sres Zapatero, Gómez y González Pons no nos han dado tregua. Por cierto, González Pons se ha apuntado a la tendencia que el año pasado marcó su jefa María Dolores con declaraciones enlatadas con mar azul y retamas verdes de fondo. Lo único que faltaba eran las gaviotas. Total…, ya puestos…

Pero no es mi intención hoy hablar de política. Ni si quiera para lamentar que Gregorio Peces-Barba haya decidido no presentarse candidato a la alcaldía de Madrid. Habría sido interesante verle en un duelo Alberto Ruiz-Gallardón. ¡Por fin asistiríamos a un debate de ideas!

Pero no. Con independencia de quién fuera el ganador, la campaña habría prometido intensidad intelectual. Como las de antes. Habríamos asistido a una confrontación política entre dos ex alumnos de El Viejo Profesor. Sí, porque aunque Gallardón no lo sepa, o no quiera reconocerlo, tiene más lecciones aprendidas de Don Enrique Tierno Galván que de su admirado Don Manuel Fraga Iribarne. No en vano, un casi adolescente Albertito –como siempre le ha llamado la hoy Gran Señora de Madrid- fue concejal en la primera legislatura democrática de los ayuntamientos, con Tierno Galván como alcalde de la capital. De él aprendió, por ejemplo, que los programas electorales están para incumplirlos.

Pero hoy no quiero hablar de política, ni siquiera para retratar el mal gusto, mala educación y la falta de compañerismo que tuvieron Trinidad Jiménez y Jaime Lissavetzky con Tomás Gómez. El “café-reunión” que tuvieron los favoritos de ZP en la terraza de El Circulo de Bellas Artes no pudo ser más desacertada. No es la primera vez que me pregunto quién asesora a estos políticos. Pero el colmo de los colmos, del mal gusto, mala educación y falta de compañerismo lo puso Lissavetzky cuando le echó a Gómez arena en los ojos y dijo que Trini la mejor para ganar a la Gran Señora de Madrid. ¿Qué creen que debió pensar el Secretario General del PSM? Pues eso.

El todavía Secretario de Estado para el Deporte va a necesitar mucha ayuda e inspiración para ganarle al número Uno  de la política madrileña. Lissavetzky no le metió el gol a Holanda, fue Iniesta. No es líder de Moto GP, es Lorenzo. No es el Nº1 de la ATP, es Nadal. Y así podríamos seguir. Únicamente espero que no nos quieran hacer creer que los éxitos del deporte español se los debemos a él. Él no ha jugado ningún partido. Únicamente sale en la foto.

Y yo que no quería hablar de política.  Ni siquiera de la sorpresa, hasta cierto punto, que me ha producido conocer que Rafael Simancas se ha decantado por Trini. Como dicen en mi pueblo, cambian los tiempos, cambian los pensamientos. De acuerdo que Tomás Gómez ha apartado del PSM a los simanquistas, pero había que escuchar a Rafa hace ocho años quejándose de que Ferraz pasaba olímpicamente de él y que todos los esfuerzos y ayudas de la dirección federal era para su compañera Jiménez.

 

Y como no quería hablar de política, no lo voy a hacer.

De lo que realmente quería escribir hoy era de que, cuando hace treinta y tres años era más joven, me sorprendió la peor noticia que podía esperar por entonces. Mi afición a la música era más fuerte que la obligación que debía tener por los estudios. No recuerdo como llegó a mis manos un viejo LP recopilatorio, rayado y sucio, de Elvis Presley. Lo devoré. Hasta tal punto de que recuerdo el orden de todas las canciones de aquel disco, que todavía hoy conservo.

Empezaba a interesarme por el periodismo y, sin Internet, la radio era el único vínculo con la actualidad.

Un 16 de Agosto de 1977, en la SER, Pepe Cañaveras daba la noticia: Elvis ha muerto.

Treinta y tres años después mantengo el mismo rito: vuelvo a escuchar ese viejo disco de The King. No deja de ser un homenaje al Mejor, pero también –lo reconozco- es un recordatorio emocional de otros tiempos en los que la política democrática en España estaba naciendo, probablemente con más voluntad que acierto. Pero con mucha voluntad.

Entonces los políticos no grababan sus declaraciones con fondo marino, ni hacían otras sandeces como retratarse en la terraza de El Circulo de Bellas Artes de Madrid.

En 1977 éramos todos más jóvenes y más ingenuos. Claro.

No estaría mal que los políticos se recordaran como eran. Tampoco estaría mal que repensaran cómo querían hacer las cosas y aparquen como las hacen en la actualidad. Sin casi excepciones, casi todas las hacen mal o muy mal.

 

Treinta y tres años después de la muerte de Elvis, sigo pensando que Elvis vive. Es una ilusión. Como también lo es que los políticos se centren.

Ya lo dijo John Lennon: “Antes de Elvis no había nada”.  

¿Y después?

Alfonso García

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