sábado, abril 20, 2024
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La expectativa y la realidad

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Si se trataba de insuflar seguridad a los mercados, la cita de Moncloa fracasó en parte con la nueva caída del Ibex del 2,5%, un día después de la catástrofe bursátil del -5.4%, aunque nunca sabremos qué hubiera pasado en los mercados después de este ‘martes negro’ si la imagen de Zapatero y Rajoy en la sede presidencial, la primera en año y medio, no se hubiera producido.

Pero no sólo se trataba de eso. El gesto, reclamado por una opinión pública inquieta ante el hervidero de acontecimientos en Grecia y la prolongación de la crisis en España, representa algo más que la imagen del desencuentro. Certifica que la situación económica va más allá de la responsabilidad de un Gobierno y de las recetas de la oposición. Y ante la falta de soluciones milagro, las imágenes llenan un hueco.

Entre los que se sienten decepcionados se esgrime que la gravedad de la situación obligaba a una comparecencia conjunta en Moncloa, al estilo de la celebrada entre el primer ministro portugués, José Sócrates, y el líder de la oposición lusa, Pedro Passos Coelho, la semana pasada, con elogios cruzados. Un algo así como “somos uno” contra la crisis que se proyectara a los inversores foráneos y no una cita con los medios por separado.

Pero ¿es seguro que la idea de un encuentro extraordinario, en plena hecatombe de la crisis griega, fuera efectiva? ¿No pudo, incluso, el anuncio inusual provocar en los mercados una sospecha, el efecto contrario al perseguido? Zapatero y Rajoy hablan por teléfono habitualmente -hay quien asegura que cada 48 horas en los últimos tiempos-, por lo que la apuesta de una “sobrerrepresentación” en Moncloa para escenificar lo obvio -el interés común para salir de la crisis y las discrepancias que los separan- no podía ir más allá, y no es poco, de la necesidad colectiva de una imagen cuando faltan las palabras.

Nadie esperaba un consenso mayor del expresado, aunque el presidente definiera de “útil” el encuentro, por lo que se refiere al acuerdo para la reforma de la Ley de Cajas y la ayuda a Grecia. Algunos socialistas deslizaron su malestar por las palabras de Rajoy, en este día: “Estamos en un momento crítico” -dijo- mientras encontraron centrado el discurso de Zapatero.

Rajoy dice al Gobierno que lo apoya en las medidas citadas pero que a él le toca gobernar. Y el presidente le dice que la reforma laboral no se hará por ‘decretazo’ y que en todo caso la que está en vigor es la que diseñó el Gobierno del PP. Rajoy insiste en la contención del déficit, Zapatero en la cobertura de la protección social. En la calle, las encuestas arrojan datos desoladores sobre la confianza en el Gobierno, aunque tampoco aseguran la fe en la oposición.

La reforma laboral tardará en visualizarse, pero su programación se plantea necesaria. No es el talismán de la recuperación, pero ésta y la de las pensiones se han convertido en el reclamo de la crisis, ante una dificultad evidente del ahorro en el gasto público. Más allá de la foto de Moncloa, el Gobierno persigue el acuerdo con los sindicatos, retraído por las reticencias de CCOO. Dicen que el plan nos lleva a Austria, no a Grecia.

Chelo Aparicio

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